Uno de los principales objetivos que debe desarrollar cualquier sistema social que se precie es la de educar en valores, en ese sentido estricto que contiene dicho concepto, y tener la virtud de ampliar las capacidades y habilidades de cada individuo dentro de un marco forjado de cultura y conocimientos, donde dichos valores como el respeto, la participación, el esfuerzo, la igualdad, la cooperación, la solidaridad, la actitud crítica, etc., sean el eje fundamental para dicho desarrollo educacional, y siempre desde una motivación intrínseca. Cualquier otro formato que no engendre esta premisa distorsionaría la base fundamental del bienestar personal y social, siendo este encuentro entre la ciudadanía y la educación uno de los pilares fundamentales para el bienestar, no solo del individuo, también de la propia sociedad.
Desde esa premisa y con unos cimientos bien definidos, todo sería más fácil y no andaríamos perdidos y desmemoriados por todo lo adquirido en un sistema basado en el “conocimiento del codo”, en el que la “titulitis” pasa por noches enteras para memorizar miles de temas que con el tiempo acabarán en cualquier rincón de nuestra memoria, ilocalizables. La cultura es la base de nuestra sociedad y la educación una herramienta fundamental en la que se debe desenvolver dicha cultura, trasmitiendo valores que sean necesarios para convivir no sólo con uno mismo, también con los otros.
No es muy agradable que un grupo de macarras estén atizando a un compañero en plena calle, aunque citen a Nietzsche en dicho proceso, o utilicen ‘El Ulises’ de Joyce para ello. Humanizar la educación y ser más realista sería ese proceso de cambio que ya se sugiere desde muchos sectores; es más importante crear hábitos de lectura que leer para memorizar fechas concretas, y que la propia lectura engendraría dicho conocimiento. Sé que resulta un tanto confuso, pero priorizar a la persona más que aquello que ha memorizado no es muy objetivo, pero ambas tareas son importantes y necesarias, y en igualdad de importancia y necesidad.
Con ello no estoy hablando de asumir el rol de padres en los centros de educación, lo digo para evitar malos entendidos, pero en muchos casos, los alumnos pasan más tiempo con sus maestros, educadores, profesores etc., que con sus propios padres, y son modelos referenciales que marcan o deberían contribuir en dicha evolución educacional. Para mí, es tan importante la relación con el medio ambiente, la contaminación, el respeto a los demás, a los animales, a los padres y mayores, etc., como el saber quién fue Shalom H. Schwartz, que por cierto, estructuró cómo influyen los valores en la conducta de las personas, dándole una importancia primordial dentro del enfoque educativo.