Juan Padín, el patrón del malogrado Villa de Pitanxo; su sobrino Eduardo Rial, y el marinero ghanés Samuel Kwesi, los tres supervivientes del naufragio del barco gallego hace justo una semana en aguas canadienses, ruegan encontrar a sus doce amigos desaparecidos, a la mitad de la dotación de a bordo.
Es lo primero que ha solicitado el pescador africano, que en su país tiene a su mujer Emilia y a sus cinco hijos, y en Marín (Pontevedra), donde reside desde hace una década, a su familia adoptiva; y es lo que reclaman Juan, el capitán de ese arrastrero congelador tragado por el mar, y Edu, como le conocen en su círculo íntimo.
"Lo único que pedimos es que se reactive" el rastreo, ha dicho este 22 de febrero a la prensa Gloria Padín, que es hermana de Juan y madre de Eduardo.
Ella ha hecho de portavoz. Por las puertas de su casa, en la aldea de Donón, desfilan cámaras desde primera hora de la mañana. Eduardo y Juan se desplazaron a la casa armadora del buque, el Grupo Nores, para hablar con mayor detalle de lo acontecido.
Sara, novia de Eduardo, ha compartido con los medios que él "está físicamente bien, pero abatido".
Demasiado para digerir. Saber que de los suyos se han ido 21, es muy difícil de asimilar. Y haber presenciado la lastimosa procesión de ataúdes en cuanto pisaron tierras gallegas, ídem.
Desde que el Villa de Pitanxo se hundió, hasta que fueron salvados Juan, Eduardo y Samuel, pasaron cinco horas. Cinco horas a la deriva. No es un mal sueño. Es una realidad con la que han de convivir. Y que deberán de aceptar.
La Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi) les ha dado un pequeño alivio: hay barcos faenando en Terranova que están haciendo avistamientos, por si hubiese suerte. "Buscarán al menos estos dos días, en los que hace mejor tiempo", es el mensaje que ha compartido con los reporteros Kevin González, hijo de Fernando, el engrasador, uno de los tripulantes cuyo cuerpo el mar no ha devuelto.
En la esfera política, el pleno del Parlamento de Galicia ha tenido hoy un comienzo muy diferente a lo que es habitual. Se ha iniciado con un minuto de silencio por las víctimas, para expresar el pésame a los familiares y seres queridos, algunos de los cuales han podido presenciar este gesto de humanidad desde la tribuna.
Por lo demás, después de una noche con muchas emociones encontradas, pues el abrazo con los allegados de cada uno no amortigua el impacto de lo sufrido, la vida sigue.
Sin ir más lejos, el cuerpo del marinero y patrón de pesca Juan Antonio Cordero, natural de Lepe (Huelva), se encuentra ya camino de su localidad natal.
Fuentes del Ayuntamiento de Lepe han informado a EFE de que sus restos están siendo trasladados por carretera desde Vigo, ciudad de la que ha salido a las 9.39 horas.
Se prevé que llegue esta tarde-noche al tanatorio de la localidad onubense, y el entierro se celebrará mañana.
A la vez, la Fiscalía trata de acelerar lo máximo posible los trámites para la declaración de fallecimiento de esa docena de pescadores. Esa certificación es necesaria para realizar diversos trámites, entre ellos, la gestión de pensiones de viudedad u orfandad, así como los procesos hereditarios.
Ya sobre las causas que provocaron el accidente, han surgido los primeros disensos. Los propietarios del Villa de Pitanxo enviaron un comunicado a los medios en el que informan de una parada repentina del motor principal que provocó que Juan Padín, que en ese momento dirigía la maniobra de recogida de las redes de pesca, la virada del aparejo, perdiese el control.
Pero hay familiares que aseguran que en la única reunión de Nores con los damnificados, nada de esto se les comunicó.
Desde luego, de lo que no cabe duda es de que hay una investigación en marcha y los detalles se irán conociendo.