Dicen que la clave del éxito turístico de la provincia de Cádiz está en el boca a boca, de ahí que se vaya propagando más y más a medida que pasa el tiempo y que, sobre todo, lo haga entre turistas nacionales, que son los que nos visitan de manera preferente durante los meses de verano. Como ya se ha subrayado en otras ocasiones, lo único de lo que carece la provincia es de una estación de esquí, pero eso es algo que tampoco van a echar en falta quienes vengan durante esta temporada.
Y ese boca a boca lo mismo se propaga en las oficinas de un banco de Barcelona, en un almuerzo entre amigos en Valladolid, que se alza, prodigioso, en mitad de una canción de Quique González coreada por miles de personas en el Mad Cool Festival de Madrid: “Te conocí en Conil de la Frontera. Nunca es primavera donde tú creciste”. Creo que no se puede resumir mejor en dos frases lo que supone venir a la provincia en verano, tanto por el ejemplo de Conil como por el perfil de quien elige Cádiz como destino. La gente lo grita a garganta abierta, lo vive, lo siente, aunque en el fondo lo que anhela es disfrutar de ese mismo recuerdo, el de un verano inolvidable, y si es donde lo relata González, mejor. Eso es lo que nos funciona de verdad: hemos ganado el relato de la experiencia.
Después habrá quien se enamore de un chico o una chica “bañada en salitre”, que “flotará” para siempre “en la memoria”, o quien lo haga de las puestas de sol en Zahara de los Atunes o en El Puerto, de la quietud del corazón del parque de Grazalema, del paseo por nuestra historia y nuestro patrimonio, o de un plato de langostinos con una copa de manzanilla, pero para siempre repetir y siempre recomendar.
Lo ponen de manifiesto las cifras del balance turístico del primer semestre del año. Los hoteles de la provincia han registrado hasta junio más del doble de pernoctaciones, visitantes y empleo que en el mismo periodo del año pasado. Han sido casi tres millones de pernoctaciones, un 138,2% más que en 2021, fruto de la llegada de 1,1 millones de turistas en lo que va de año; es decir, unos 600.000 visitantes más que los que acudieron a Cádiz durante el primer semestre del año pasado. Además -y ésta es también una buena noticia-, se han multiplicado por cuatro los viajeros que proceden de otros países distintos a España. De hecho, del total de pernoctaciones, un 60% se corresponden a reservas realizadas por turistas nacionales, y un 40% lo fueron a cargo de turistas extranjeros. Eso en el plano estricto de las visitas, ya que el impacto de esa evolución también se percibe en el empleo, donde los contratos realizados por el sector se han incrementado en un 116%.
Es cierto, asimismo, que la fiabilidad de la comparativa con 2021 hay que ponerla en cuarentena, ya que aquel primer semestre se vio sacudido todavía por las restricciones de movilidad, pero es indicativa de una evolución que aspira al menos a situarse en niveles de 2019, que es la auténtica referencia válida para entender en qué situación estamos y cuáles pueden ser las expectativas.
La incertidumbre, en cualquier caso, también persiste, pese a que las cancelaciones de reservas hoteleras a causa de la nueva crisis se están reponiendo gracias a la alta demanda existente, porque otra cosa es la rentabilidad económica. Desde la Asociación Hotelera de la Provincia aseguran que no se están incrementando los precios pese a la inflación, pero unos sobrecostes de entre el 15 y el 30% pueden terminar por resultar insoportables, a la par que se aprecia un descenso en el consumo de muchos turistas.
Lo dice el Barómetro Andaluz: hasta un 13% de los andaluces ha tenido que anular sus vacaciones porque no puede hacer frente al incremento del coste de la vida, no te digo ya alquilarse un chalé junto a la playa o reservar siete días de hotel para toda la familia. Y esa incertidumbre se va a prolongar sin remedio hasta el otoño, donde muchos especialistas y políticos insisten en coincidir en que vendrá lo peor y en que tendremos que hacer otro esfuerzo. Otro. No estaría de más que de vez en cuando lo hicieran también por nosotros y evitaran tratarnos como si quisieran dejarnos sin primavera ni verano. Aquí es imposible.
