Una familia de seis integrantes que vive el barrio de La Luz estaba en una situación límite ante un posible desahucio por impagos al propietario. El caso llegó a los medios de comunicación y el Ayuntamiento se movió, paralizando el desahucio hasta que la jueza estudie el informe, es decir, de manera momentánea. El Consistorio aseguró que, además, había concedido a esta familia la ayuda municipal para el pago de las rentas de alquiler durante cuatro años y le ha encontrado empleo a la madre.
Sin embargo, la familia desmiente que esta ayuda se le haya concedido. “Cuando me enteré de la noticia me quedé es shock, porque no es verdad que la ayuda del alquiler aun no la tengo aprobada”, cuenta la madre en una conversación con Viva Málaga. Al parecer, una multa lo está taponando todo. “Me la deniegan porque supuestamente debo 300 euros por unos tickets que tenia que entregar y no lo sabía. Y no voy a quitar 300 euros de la comida de mis hijos, lo tengo clarísimo”, cuenta María, madre de cuatro hijos, dos de ellos con una discapacidad del 65% y tercer grado de gran dependencia.
Ella no se fía de esta ayuda del Ayuntamiento, que ofrece sufragar el 95% de los gastos del alquiler el primer año, el 75% de la renta el segundo año, el 55% el tercero y el 35% el cuarto. Ha escuchado de otra gente que “tardan mucho en pagarles y les fallan mucho, hay veces que el ingreso les llega tres meses después”. ¿Qué piden, entonces? El alquier social. “Yo no quiero que me regalen nada, lo único que quiero es algo que yo pueda pagar y me quede para alimentar a mis hijos”.
Los alquileres sociales están destinados a aquellas personas en riesgo de exclusión social, para jóvenes o mayores de 60 años sin ingresos o con una renta tan mínima que le imposibilita acceder a una vivienda digna. La respuesta del Ayuntamiento ha sido “que no tienen”.
María es, como muchos malagueños trabajadores, una afectada por el alto precio de los pisos en la capital. “No nos podemos permitir un alquiler de 800 o 900 euros”. Ya ha sufrido un ataque de ansiedad por la sitación y sus hijos están muy afectados y les repercute en el colegio. "El lunes me reuní con su tutora porque a mis mellis, que los dos tienen unadiscapacidad, los ven muy nerviosos. Necesitan paz. A ellos les afecta también vernos a nosotros mal", relata.
“Seguiremos luchando por un alquiler social”, promete María. De momento, la situación de esta familia es de calma tensa, aunque lo peor ya ha pasado.