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Cádiz

Un Viernes Santo soñado de mucho público, recogimiento y buenas temperaturas

Las calles se apagaron durante todo el recorrido de Buena Muerte para contribuir a la austeridad de una de las hermandades más rigurosas de la Semana Santa

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El Crucificado por las calles de Cádiz.

Buena muertr.

 

El Viernes Santo es una festividad cristiana en la cual se conmemora la muerte de Cristo. Este día, la Iglesia católica manda a sus fieles, como penitencia, a guardar ayuno y abstinencia de carne. Tampoco se celebra la eucaristía, sino la liturgia de la Pasión del Señor. Y en Cádiz, tirando de tradición, una pasión representado en la calle con sus pasos de misterios y palios.

Ha cobrado cierto interés dicha jornada desde que la hermandad del Descendimiento, dejara la Madrugá y se instalase en la tarde de viernes, pues ver ese escalofriante misterio, en su mayoría de Francisco Buiza, con plena luz del día, es digno de ver. El Viernes Santo en Cádiz son cuatro las hermandades que sale: Siete Palabras, Expiración, Descendimiento y Buena Muerte.

Expiración

La primera hermandad en poner su cruz de guía en la calle tarde del Viernes Santo fue la Expiración. Con puntualidad inglesa, las puertas del templo castrense del Santo Ángel custodio, se abrieron a las 17:00horas. Toda una estampa de clasicismo fue contemplar bajo el cancel de la puerta, después de seis años, la cruz de guía y las bocinas de unos nazarenos que vestían túnica y guantes negros, capa blanca y antifaz granate. Sin duda fue una de las grandes novedades de la jornada, el regreso de la cofradía de la Expiración a su templo de la parroquia del Santo Ángel una vez reabierto al culto tras su rehabilitación.

El Santísimo Cristo de la Expiración está atribuido a Domenico Giscardi de la Escuela Genovesa del Siglo XVIII, mientras que María Santísima de la Victoria fue realizada por el artista gaditano Carlos Luis Bartús Loreto en el año 1940. La cofradía se encuentra inmersa en la apertura de un proceso de coronación canoníca para la dolorosa.

La cofradía estrenó en la jornada de ayer la bambalina frontal enriquecida y el terciopelo completo del paso de palio, la Gloria del techo de palio obra de Fernando Vaquero y un nuevo manto para la imagen dolorosa.

Siete Palabras

La hermandad de la Sed salió a los sones de agrupación musical Nuestro Padre Jesús de la Salud, mostrándonos el nuevo paso que está todavía sin tallar y en el que este año se estrenaban unos nuevos apliques en bronce en la parte delantera del canasto. En la última década la cofradía de la Merced ha probado a salir en silencio, con cornetas y tambores y ahora con este estilo de agrupación musical, que a juzgar por la reacción del público ha sido todo un acierto. Tras la marcha real el único paso de la corporación comenzó a transitar por las calles Merced, Plaza de las Canastas, Jesús de la Sentencia, San Juan de Dios, Pelota, Marqués de Cadiz, Ruiz de Bustamante, Cobos, Cristobal Colon, Nueva Plaza San Juan de Dios, Pelota, Plaza Pio XII, (Estación de Penitencia en la S.I.C.), Arquitecto Acero, Plaza de Pío XII, Compañía, Santiago, Plaza Candelaria, Montañés, Palillero, Novena, Barrie (Dcha.), Valverde, Beato Diego de Cadiz, Rosario, Marqués de Valdeiñigo, San Francisco (Dcha.), Plaza San Agustín, San Agustín, Nueva, Plaza San Juan de Dios (Centro), San Juan de Dios, Jesús de la Sentencia, Plaza de las Canastas, Merced, a su Templo. La imagen del Crucificado representa la quinta palabra “Tengo Sed” María Santísima de la Piedad también es obra de Luis González Rey (Año 2005) y presenta una fisonomía de mujer madura con mirada fija al cielo.

Descendimiento

Eran las 19:30horas, cuando a golpe de muñidor echaba a andar el cortejo penitencial de la hermandad del Descendimiento. Un incremento sustancial se hacía notar en los tramos de penitentes con respecto a años anteriores. Y es que desde que la hermandad se fue al viernes Santo (procedente de la Madrugá) ha resurgido de sus cenizas convirtiéndose en uno de los principales atractivos de la jornada.

Mucho público se dio cita en el templo de San Lorenzo para ver a plena luz del día, al misterio de Francisco Buiza, completado por Berlaga y González Rey.

La hermandad no presentó grandes estrenos, sin embargo preentó un itinerario con ciertas modificaciones en el regreso de catedral: Sagasta (Izq.), Hospital de Mujeres (Dcha.), Plaza la Libertad, Plaza Topete, Columela, Plaza Palillero, Columela, San Francisco (Dcha.), Plaza San Agustín, San Francisco, Nueva, Plaza San Juan de Dios, Pelota, Plaza Pio XII, (Estación de Penitencia en la S.I.C.), Arquitecto Acero, Plaza de Pío XII, Compañía, Santiago, Plaza Candelaria, Montañés, Palillero, Novena, San Miguel, Sacramento (Dcha.), Sagasta (Izq.), a su Templo.

Sin duda, uno de los momentos con más carga emocional se vivió en el interior de la Catedral, durante su estación de penitencia.

Buena Muerte

180 nazarenos poblaba el cortejo de la Buena Muerte, que salía veinticinco minutos más tarde que el pasado año (21.50 horas) desde el Convento de San Agustín. La talla del Santísimo Cristo de la Buena Muerte es obra anónima que data de 1648. Fue restaurado por José Miguel Sánchez Peña en 1986 y 2010. Por su parte, María Santísima del Mayor Dolor también es obra anónima y José Miguel Sánchez la restaura en 2012.

Las calles se apagaron durante todo el recorrido para contribuir a la austeridad de una de las hermandades más rigurosas y austeras de la Semana Santa. No en vano, es conocida como la Hermandad del Silencio por el sosiego que transmite a su paso por las calles de Cádiz. Emocionante su salida, donde se aglutinó un público respetuoso y masivo y en el que solo podía escucharse el sonido de las horquillas y la Capilla Musical Calvarium (Sevilla).

La hermandad fue fundada por Cayetano del Toro Quartillers, quien fuera alcalde de Cádiz, el 1 de diciembre de 1894. Tras unos momentos de decadencia fue reorganizada en 1921, debido a que tras su fundación la Cofradía fue languideciendo hasta quedar sólo veintiocho hermanos. Entre las personas reorganizadoras destacaron César y José María Pemán; en esta etapa se dotó a la salida procesional de una gran austeridad y recogimiento, características que hoy perduran.

El cortejo, igual de ordenado que a la salida, se recogía ya entrados en la jornada de Sábado Santo con el único sonido de las horquillas, el viento y una tímida voz (la de su capataz Pablo Lacave) que daba las mínimas órdenes para efectuar la maniobra de entrada de nuevo en su Iglesia. 

 

 

 

 

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