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Un día de pesca

Vaya este homenaje a todo el gremio  de pescadores, que un día y otro sufren sobre sus carnes los efectos de esta especie invasora que destruyen los caladeros

Publicado: 29/05/2023 ·
10:29
· Actualizado: 29/05/2023 · 10:29
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  • Marineros. -

El pasado mes de marzo, gracias a una compañera de trabajo que esta casada con un joven patrón de pesca local, me enteré que en una cadena de televisión comarcal habían grabado una entrevista a su marido mientras atracaba en el puerto pesquero, después de una dura jornada de pesca para olvidar.

Este experimentado marinero, descendiente de  una extirpe de buenos pescadores, llegaba a puerto con sus redes repletas de género tras una gran captura. En el muelle les esperaba con gran expectación un reportero de TV y un chico con  cámara para hacerse eco del misterioso cargamento que traían. Este patrón venía acompañado por su hermano que es su socio en esta pequeña empresa familiar.

Al llegar a puerto además de estos periodistas, se encontraba esperándoles su padre. Un viejo lobo de mar con mil batallas que contar y mil golpes  de mar sobre sus espaldas. Siempre luchando contra vientos y mareas para que a su familia no le faltara de nada. También esta embarcación era recibida por otro joven patrón, que aquel día no había salido a pescar.

El padre y aquel marinero que se encontraba en tierra, ayudaban a sacar las redes del barco. Para sorpresa de ellos y de los reporteros este arte de pesca venía lleno de algas invasoras. Con el buen clima y las altas temperaturas del mar para estas fechas, habían proliferado volviéndose a expandir por el lecho marino.

José Antonio, cuyo apodo paternal  es ‘El Araña’, era el patrón en tierra aquel día. Éste, desde el primer momento, estaba dispuesto a ayudar a sus compañeros de gremio, a sacar y limpiar las redes de la embarcación. Los hermanos,  Diego y Bartolo, (apodados familiarmente ‘Los Bartolitos’), se lo agradecieron de corazón, ya que ellos le devolverían el favor a él o a otros marineros que se vieran en esta situación. Hoy les había tocado a ellos pero mañana le puede pasar a cualquiera. Estos jóvenes patrones habían tenido una relación de apoyo mutuo, hoy por ti y mañana por mí.

Diego se lamentaba que después de varios años que lleva esta alga invasora en nuestras costas, todavía las administraciones, los biólogos marinos y científicos, no le habían buscado solución. En los caladeros donde faena la flota pesquera conileña por culpa de esta alga se ve reducida la captura de peces. Eso los obliga a pescar  muchos  kilómetros lejos de nuestras costas.

Hace veinte años, en el mes de diciembre,  estuve de viaje en Asturias donde un día visite el Cabo de Peñas. En una playa cercana rodeada de acantilados, los temporales arrojaban sobre su arena cantidad de algas. Para mi sorpresa, había en  esta costa unos hombres con un carro  tirado por un mulo. Estos estaban cargando  las algas. Por curiosidad me acerqué a ellos junto a un joven de Las Palmas de Gran Canarias  que me acompañaba. A este le parecía   extraño y curioso lo que presenciaban nuestros ojos, y les preguntamos a aquellos hombres para qué recogían aquellas plantas marinas. Nos contestaron: “para llevarlas a una farmacéutica, donde la utilizaran para elaborar medicamentos y productos cosméticos”.

Hoy suena en nuestra comarca que hay personas trabajando en fabricar bandejas para frutas y hortalizas con el alga asiática invasora, la Rugulopteryx  Okamurae; otras elaborarán abonos para las plantas, etc. Esperemos que estos proyectos no tarden mucho en ser una realidad, por el bien de todas las familias que dependen para subsistir de la pesca artesanal en nuestras costas.

Vaya este homenaje a todo el gremio  de pescadores, que un día y otro sufren sobre sus carnes los efectos de esta especie invasora que destruyen los caladeros que ha servido de sustento durante miles de años a los habitantes de Mergablum, de Cybion y hoy  a duras penas sustenta a los conileños.

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