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Punta Umbría

La ?Chimi?, una america que seduce con su baile en La Unión

De ascendencia checoslovaca reside desde hace nueve años en Sevilla.

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Con 8 años la californiana Lakshmi Basile evitó que su hermana chica muriera atropellada. La indemnización por el accidente, a la que accedió de adulta, fue el primer paso hacia su meta: bailar flamenco. Tan bien lo hace que, ya con el nombre artístico de La Chimi, ha rendido al jurado de Las Minas.

Lakshmi Basile nació hace 29 años en San Diego, hija de una argentina y de un norteamericano de ascendencia checoslovaca sin más conexión con el flamenco que ser miembros de una banda que “toca música gitana y un poquito de tó”, explica a Efe en “puro castellano-andaluz” la bailaora, vecina de Sevilla desde hace nueve años.

El año pasado decidió presentarse al Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba y no sólo se hizo con el segundo puesto -el primero quedó desierto- sino que le propusieron que concurriera a la LI edición del Festival Internacional del Cante de Las Minas, cuya final se ha celebrado el pasado fin de semana en La Unión (Murcia).

“Estoy muy contenta porque, aunque no he ganado, todo el mundo me ha dicho que bailé muy bien, con 'tós' los cinco sentidos y que estaba muy 'inspirá'”, rememora Basile, que en La Unión quedó segunda, tras Lucía Álvarez, La Piñona.

Bailó una soleá, su “fuerte”, y unos tarantos, “muy metidos en su carne”, que emocionaron al público por su dramatismo.

“Se los dediqué a mi hermana chica -Kaila- porque esas letras de tragedia y de dolor de los mineros me recordaban lo que pasó”, es decir, que aunque le salvó la vida apartándola de la trayectoria del coche no pudo impedir que las heridas acabaran costándole la pierna.

La indemnización por el accidente fue para comprarle una prótesis a Kaila y para que ella hiciera terapia “para asumir lo fuerte que fue todo aquello”, y, cuando su madre consideró que era el momento, poder viajar a Sevilla y vivir un año aprendiendo, “de verdad, de verdad”, a bailar.

“Llevaba actuando desde los 15 años, pero sin estudio ninguno, fijándome mucho en las juergas flamencas que se hacían en San Diego. Mi madre me dijo que, si no venía, me iba a quedar como todas las demás que trabajan allí por los tablaos”.

Llegó a Sevilla con 20 años hablando sólo “lo normal”, es decir, detalla, “'hola', 'buenas tardes' y 'te quiero'” y, con un breve paréntesis de “recuperación monetaria” en Estados Unidos cuando se le acabó el dinero de la indemnización, ya no ha salido de la ciudad.

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