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Ronda

Malviviendo bajo un techo de chapa junto a un club de alterne

Mari Paz denuncia que no vive en condiciones dignas, y pide ayuda al Ayuntamiento, para que su caso se entienda como prioritario. Denuncia que cría a su hijo junto a un prostíbulo, en una casa que se les cae encima

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  • Mari Paz en su dormitorio -

Mari Paz se avergüenza de donde vive, una frágil construcción, con una techumbre de chapa, levantada en un terreno familiar que está embargado, y de donde teme que puedan echarla antes o después. Pero es que la casa, que se cae a pedazos por la humedad y el movimiento de un inestable terreno que cede a cada momento, está situada para colmo junto a un club de alterne de la ciudad. Es ahí donde Mari Paz cría desde hace años a su hijo, todavía menor. El niño duerme en un sofá ante el peligro de derrumbe del techo de la única habitación de que dispone la frágil vivienda, que está apuntada ante la gran cantidad de grietas que han aparecido.
La historia de Mari Paz es una historia difícil. Tras pasar por un internado e incluso por prisión, con 35 años nunca encontró un trabajo. Pero es que, cuando montó su propio negocio, su pareja tuvo un grave accidente de tráfico que truncó ese objetivo vital. De eso hace ya varios años y, desde entonces, esta joven rondeña se afana en cuidarle, porque las secuelas tras el siniestro aún permanecen, en forma de operaciones que no terminan y de una fuerte depresión. En casa, a día de hoy, no entra ningún ingreso: “Mira cómo tengo la nevera, con lo que me ha dado mi familia. También nos ayuda Cáritas”, refiere ante un frigorífico donde sólo hay un pollo que Mari Paz se dispone a cocinar “para comer varios días”.
La casa donde malviven no es vieja; de hecho se reformó hace tres años, justo antes del accidente de su marido. Pero el terreno es tan inestable y los materiales con que se construyó tan frágiles, que las grietas permiten ver el exterior desde dentro de la casa, dejan entrar la humedad y el frío y, lo más peligroso, amenaza con venirse abajo. Y es por ello que Mari Paz denuncia su situación: “Llevo años viviendo de esta manera. Queremos salir de aquí, pero nadie nos hace caso”, lamenta ante la imposibilidad, asegura, de acceder a una vivienda social. Asegura que desde 2006 ha ido cada semana al Ayuntamiento a pedir ayuda, y dice que desde 2007 su posición en el listado de posibles beneficiarios de una de estas viviendas sociales no ha cambiado: “Y se han otorgado casas, pero se saltan la lista y a mi nunca me toca”, afirma. Y Mari Paz dice sentirse débil: “Cada día intento buscar algo para comer, y para ir a Ronda tengo que andar 2 kilómetros y medio. Muchos hombres por esta zona piensan que soy una de las chicas del club, y paso miedo. Y el cuerpo lo nota, y cada día me siento con menos fuerzas, y temo no poder seguir cuidando de mi marido y mi hijo”.


Y Mari Paz dice además sentirse avergonzada: : “Tengo pocos amigos, pero es que no quiero que vengan a mi casa, si es que quieren venir, porque algunos prefieren no hacerlo para que no se les vea cerca del club”, lamenta.
La joven, que se afana en enseñarnos las decenas de escrito que ha remitido a distintas Gobiernos municipales, o los documentos médicos que certifican el durísimo tratamiento de su pareja, un hombre cuyo cuerpo está lleno de hierros y clavos: “Confío en tener una solución. No podemos aguantar más”.
Puestos en contacto con el Ayuntamiento, fuentes municipales aseguraron a RONDA SEMANAL que el caso de Mari Paz no ha sido desatendido “en ningún momento”. El Consistorio niega que la lista de vivienda pueda saltarse, si bien es cierto que una Comisión revisa y estudia, de forma periódica tras cada adjudicación, la situación de gravedad de cada uno de los casos: “El de Mari Paz es un caso prioritario, pero para la cantidad de personas que hay en la lista, está situada en un buen puesto”, refirieron las citadas fuentes.
Aseguraron además a esta redacción que “se han dado algunas soluciones, como la posibilidad de un alquiler social con una ayuda temporal por parte del Ayuntamiento, y esta familia prefirió seguir viviendo allí porque no quisieron esta solución. El caso es muy complejo, pero se intentan todas las soluciones posibles”, concluyeron.

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