El Consejo de Gobierno de la Junta ha acordado este martes inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, con la tipología de Zona Arqueológica, el yacimiento de La Silera en Benamejí (Córdoba). Este espacio subterráneo de almacenamiento agrícola, que data de la segunda mitad del siglo XVI, destaca tanto por ser un caso único en Andalucía como por el interés arquitectónico de la construcción excavada en la roca.
El yacimiento era conocido desde antiguo, pero no es hasta 2006 cuando se acomete su intervención arqueológica a raíz de las obras de la autovía Córdoba-Málaga. El estudio de los restos permitió datar su construcción en época del primer señor de Benamejí, Diego de Bernuy, a quien se atribuye la repoblación de la zona en la segunda mitad del siglo XVI, aunque no se descarta un origen anterior relacionado con los enfrentamientos entre los reinos de Castilla y Granada.
La edificación pudo estar destinada en principio a una bodega, al estilo de las subterráneas de Castilla y León. Posiblemente almacenó vinagre, que es lo que mayoritariamente se producía en el área de Benamejí, al menos hasta el siglo XVIII. También pudo servir para guardar aceite, ya que las fuentes documentales recogen la existencia de un molino en la zona.
REFUGIO DE BANDOLEROS EN EL SIGLO XIX
En el siglo XIX, los bandoleros utilizaron La Silera como refugio. Durante la Guerra de la Independencia y posteriormente en la Guerra Civil, de igual modo ofreció amparo tanto a los combatientes que actuaban en la zona como a la población del entorno.
El yacimiento, de 3.053 metros cuadrados de extensión, está conformado por una estructura subterránea excavada en la roca de una ladera y con planta de cruz griega. Las cuatro galerías que componen la construcción tienen entre 27 y 34 metros de longitud.
Cada pasillo o corredor alberga unos diez nichos rematados con bóvedas ojivales de estilo gótico, donde se depositarían los productos agrícolas. Algunos de estos espacios tienen el suelo rebajado para facilitar el depósito de vasijas que, por los restos cerámicos documentados, tendrían un diámetro de entre 110 y 120 centímetros. En el punto de unión de las cuatro galerías se localiza una bóveda de crucería.
POZO ORIGINAL Y ACCESOS POSTERIORES
El acceso se realiza a través de un par de rampas, con bóvedas de cañón de argamasa de cal y cantos. Probablemente no son originales y fueron realizadas en alguna reforma posterior, ya que no responden al estilo arquitectónico de la edificación. En el ala nordeste, en cambio, sí se ha localizado un pozo de acceso original que aún conserva los huecos labrados en la piedra para poder bajar.
Las características de la roca arenisca en la que se localiza el silo, un material maleable pero a la vez de gran consistencia y durabilidad, hicieron posible la excavación de las galerías. Asimismo, la posición elevada que ocupa respecto a su entorno le aporta unas buenas condiciones para la estanqueidad, aunque no evitó que tuviese que impermeabilizarse mediante argamasa de cal.
El decreto de inscripción aprobado por el Consejo de Gobierno establece una zona de protección de 6.360 metros cuadrados en torno al yacimiento, con el fin de evitar posibles alteraciones del sustrato rocoso en el que está excavado. En el recinto delimitado se incluye el acceso a un segundo silo localizado en las proximidades y que aún no ha sido documentado.