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Spanoulis le arranca la Euroliga al Real Madrid

Los griegos le dieron la vuelta a la historia y revalidaron el título que ya habían levantado el pasado año

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El Real Madrid se quedó a las puertas de su novena Euroliga al caer abatido en la final por el Olympiacos (100-88), que liderado por el base griego Vassilis Spanoulis se sobrepuso con su juego férreo al brillante inicio de los de Pablo Laso.

Dieciocho años después de que el Madrid de Arvydas Sabonis y Joe Arlauckas conquistara por última vez el campeonato europeo, precisamente ante Olympiacos, los griegos le dieron la vuelta a la historia y revalidaron el título que ya habían levantado el pasado año.

Los blancos se enfrentaban a un conjunto que llegaba crecido tras arrasar en su semifinal al CSKA de Ettore Messina con el baloncesto cerrado y algo bronco que impone el técnico griego Georgios Bartzokas.

Ante los más de 15.000 espectadores que abarrotaban del O2 Arena de Londres, un vasto espacio inundado por el rugido de la afición griega, los de Laso demostraron al inicio del duelo que la juventud no está reñida con la frialdad en momentos decisivos.

El Madrid arrinconó a uno de los equipos con más experiencia del continente en un primer cuarto deslumbrante en el que Sergio Llull y Rudy Fernández, ambos en estado de gracia, clavaron dos triples cada uno, un recital al que se sumó el ala-pívot Nikola Mirotic con un quinto triple.

El juego exterior de los blancos, de una perfección impropia de una final de Euroliga, se combinaba con una defensa eficaz en ese primer tramo, en la que el bosnio Mirza Begic hacía valer sus 2,17 bajo el aro para dejar anestesiados durante varios minutos a los griegos.

El 10-27 con el que concluyó le primer cuarto sirvió a los blancos de colchón para tratar de amortiguar el plan de choque que preparaba Olympiacos para el segundo.

Spanoulis, mejor jugador del torneo, despertó tras la primera pausa y aferró las riendas de su equipo, que remachó un parcial de 12-2 en apenas cuatro minutos y dejó tiritando al Madrid.

El Olympiacos mostraba, ahora sí, su nivel real, y amedrentaba con sus maneras duras a los de Laso, a quienes les fallaba por vez primera el pulso.

Los griegos, fogueados en las situaciones más tensas y arropados por su atronadora afición, se apoyaban en el genio de Spanoulis, que asestó tres triples consecutivos, y desgastaban a los blancos en cada posesión.

Al inicio del tercer cuarto, el marcador había dado la vuelta (52-46) y el Real Madrid se veía arrasado por los latigazos del equipo griego, que funcionaba a rachas ante un Madrid que aguantaba a contracorriente gracias, en parte, a la inspiración de Rudy Fernández y Sergio Rodríguez.

En el último cuarto empezaba de nuevo el partido: el marcador mostraba un 61-61 que anticipaba una recta final taquicárdica en la que al Madrid le costó mantener la concentración.

Con gesto serio, Laso, uno de los jugadores que se impusieron al Olympiacos en el 95, observaba en esta ocasión desde el banquillo cómo los suyos hacían campo atrás en uno de los momentos más tensos de la final y dejaban que los griegos dinamitaran el partido con una ventaja de ocho puntos a siete minutos para el final.

Los tambores de los hinchas griegos ensordecían a los jugadores del Madrid, que ya habían remontado una desventaja similar en el último cuarto en la semifinal ante el Barcelona pero que en esta ocasión se enfrentaban a la máquina aún mejor engrasada de Spanoulis y compañía.

A falta de tres minutos, con los griegos doce puntos por encima, comenzó la fiesta de la afición de Olympiacos en las gradas del O2 Arena, una celebración que se contagió al banquillo griego a falta de un minuto, con el conjunto de Bartzokas con una ventaja ya insuperable de once puntos que dejaba al Madrid cabizbajo al término de la decimoquinta final de Euroliga de su historia.

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