5000 números y 16 años después, recuerdo los primeros pasos de ‘El Faro de Algeciras’, que así se llamó en sus inicios, como si estuviera ocurriendo en este preciso instante. Mi memoria es magnífica para olvidar -como dijo un escritor británico- pero aquella etapa supuso un reto apasionante, creativo, duro, que por momentos llegó a ser absorbente, dejando huella indeleble.
Eran los primeros días de junio de 1997. Un par de semanas antes de la Feria Real. El Ayuntamiento de Algeciras era gobernado por Patricio González. Dos diarios competían por ganar lectores y anunciantes en el Campo de Gibraltar. El aislamiento de la comarca era un hecho, tanto como sus carencias. Recuerdo una pequeña oficina del Edificio Plaza Alta. Un gran tablero de conglomerado y unas sillas de plástico mal colocadas e incómodas desde su fabricación.
Recuerdo al periodista José Vicente González y a su mujer Mercedes Caruana dándome la bienvenida. Ellos habían trabajado en un semanario que, finalmente, resultó ser el embrión de El Faro de Algeciras. Recuerdo que la precariedad en aquellos primeros instantes era casi denigrante pero el ánimo y ganas de un grupo de profesionales acabó con ella. No se puede entender la primera etapa de El Faro de Algeciras sin nombrar a tres personas claves entonces: Jesús Cabaleiro, Manuel Gutiérrez y el mencionado González, tres periodistas de raza, de los que apenas quedan y leales hasta el asombro, a los que la profesión no les ha hecho justicia. Ése, junto con Caruana, fue el ‘núcleo duro’ de los primeros pasos de El Faro. Gracias a ellos aquella cabecera se convirtió en un periódico de referencia en Algeciras, que posteriormente se abrió al resto de municipios de la comarca. Recuerdo a las dos emes, Mallou (José Antonio) y Montero (Rafael), los valientes editores de aquel proyecto editorial.
Jornadas de casi quince horas diarias nos hicieron compartir en aquellos momentos muchas, muchas, muchas cosas. Nuestro respiro estaba en el Punto 1, que así llamábamos, a un pequeño bar regentado por un argentino, cuyo nombre no recuerdo, y que nos servía hamburguesas a deshoras en la calle Alfonso XI.
Desde entonces, el periódico creció y creció. Se convirtió en el buque insignia que era escoltado por una serie de semanarios que el Grupo Información editó en San Roque, Los Barrios y La Línea, de la mano de Ramón Chamizo. Pero en aquella aventura editorial que dura ya 16 años, y que hoy capitanea Juan Luis Reyes, no puedo olvidar El Faro de Gibraltar, el semanario en castellano y distribuido en el Peñón que dirigía la hoy en otros menesteres Susana Pérez Custodio porque de raza le viene al galgo, y ella tenía y tiene un espejo de nombre Pepe en el que mirarse.
En estos 16 años muchas cosas han cambiado, incluso la propia cabecera y la apuesta editorial del Grupo Información en constante evolución. Pero lamentablemente el Campo de Gibraltar sigue apenas como estaba. Entonces reclamaba dejar de estar aislado por carretera, y a duras penas la C-440 se convirtió en la A-381 pero por lo demás está como estaba. Aislada por tren, sin autovía por la costa y contando los muertos por accidente de tráfico cada año en el tramo de la N-340 entre Algeciras y Tarifa.
Con una tasa de paro altísima como entonces, y con el asunto de Gibraltar tensando las relaciones entre la comarca y sus vecinos gibraltareños. Eso sí, entonces se reclamaba la Novena Provincia, y hoy suspiramos para que se mantengan los órganos de descentralización que entonces se consiguieron.