Nadie a estas alturas debería de extrañarse que los trabajadores de Navantia en la Bahía de Cádiz se muestren incrédulos ante los anuncios de cargas de trabajo de esta semana, tanto de los BAM que ya de por sí llevan una rebaja de tres unidades y uno de ellos se construirá en El Ferrol en vez de en San Fernando, como del conocido ya como el quinto gasero.
En los primeros porque la segunda fase de los BAM quedó aparcada definitivamente cuando el Gobierno socialista anterior se fue olvidándose de firmar el contrato y en el segundo porque los cuatro anteriores se convirtieron en un tiempo récord en una antología del disparate, por no decir otras cosas que pueden herir la sensibilidad de los lectores, sobre todo de los lectores ultra afines al Partido Popular.
La respuesta de la plantilla este jueves en el atrio del Ayuntamiento de boca del presidente del comité de empresa de la factoría de San Fernando y presidente del comité intercentos, José Antonio Oliva, fue la esperada, incluida la crítica a la oportunidad u oportunismo del anuncio realizado en dos actos, en Galicia y en Andalucía, en la antesala de la campaña electoral europea.
Pero -siguiendo con las declaraciones de los ‘dolientes’- es cierto que los dos anuncios encadenados crean nuevas expectativas para el sector naval, tanto más para el que depende de la empresa estatal agrupado en la industria auxiliar que en el propio de Navantia, considerada una empresa estratégica y sujeta a sus ventajas.
Unas expectativas que están muy lejos de crear otras de mayor alcance que sólo se crearían con una carga de trabajo para un mínimo de tres años, tiempo suficiente para que la empresa auxiliar suelte amarras y se confíe en una contratación de trabajadores a la vista de unos contratos sólidos. En el caso de que aún quede industria auxiliar.