El Espanyol se aferró a Cristhian Stuani para ganar un partido (2-1), sobre la bocina, que parecía condenado al empate después de que el Granada, necesitado tras su mala dinámica, apostara por un planteamiento defensivo al igualar el choque en el 60.
Los catalanes no se sintieron tan cómodos en casa como en otras ocasiones. El primer gol de Caicedo, de hecho, llegó cuando los de Caparrós se mostraron más ambiciosos.
Y, pese a su mejoría en la segunda mitad, El Arabi silenció el ligero dominio local. Stuani cambió la mañana, pero los andaluces pudieron irse con premio.
Piti ya firmó el primer aviso del partido a los diez minutos con un disparo desde la frontal. Casilla lo desvió a córner. El choque, muy trabado, se animaba: Colotto remató un pase desde la banda derecha que acabó en la manos de Roberto. El juego del Espanyol era muy espeso y la mayoría de ocasiones eran andaluzas.
El fútbol blanquiazul era impreciso y no tenía control del balón. La iniciativa era del Granada, aunque tenía problemas para llegar con claridad al área del anfitrión. Los centros eran sus mejores argumentos, pero los cabezazos de Murillo y El-Arabi se estrellaron contra el portero.
Los planes de Sergio González no funcionaban. No era el equipo que acostumbran a ver sus seguidores en el Power8 Stadium. Su juego se movía zarpazos, sin fluidez. Pero en una estas acciones tuvo el premio. Fue Caicedo, en el minuto 34. El ecuatoriano desenredó la pelota entre los centrales y empujó el 1-0.
Aunque sin éxito, el Granada tuvo la réplica muy pronto. En una jugada de tres contra tres, Piti optó por seguir en solitario. El extremo recortó a su defensor, sin que su disparo superara a Casilla, que intervino tajante con los pies. Los de Caparrós habían merecido más en esta primera mitad, aunque perdonaron demasiado.
El Espanyol arrancó mucho más incisivo en la reanudación. Sergio Garcia no tardó mucho en enviar un balón al larguero. Salva Sevilla no controló bien el rechace y se quedó sin el 2-0. Pero, como pasó antes del descanso, el Granada obtuvo la recompensa cuando mejor estaba el rival.
El Arabi, atento en el segundo palo, remató un centro de Piti. Fue casi un regalo. El desajuste defensivo fue evidente y echó por tierra el trabajo anterior (1-1). Los locales buscaban de nuevo un cambio de guión y fallaron en sus oportunidades más claras: un latigazo de Sergio García y un remate de cabeza de Salva Sevilla.
Roberto estaba inspirado y, cuando la ocasión era evidente, fallaba la puntería. Los de Joaquín Caparrós, por su parte, hacía ya minutos que estaban más replegados: venían de una mala racha, diez jornadas sin ganar, y no querían sorpresas con un punto ya en el bolsillo.
Los blanquiazules se aferraban a la expulsión de Juan Carlos, en el 81, y a la habilidad en el juego aéreo de Stuani. El uruguayo se situó como referencia. El cerrojo andaluz estaba echado y el empate parecía inamovible. Hasta que en el 90, el internacional, tras un centro de Lucas Vázquez, cruzó un disparo fortísimo. Era el 2-1.