Con la despedida de su Jerez de Fermín Bohórquez comenzó a escribirse el pasado jueves el ciclo taurino de la Feria del Caballo. Escribiría mejor que miniciclo, porque todo ha quedado constreñido a la corrida del rejoneo y a dos corridas de toros. No más. Lo dijo Jerónimo Roldán en su pregón. La empresa de Jerez comenzó con los recortes antes que Rajoy. No obstante ello, es cierto que esta miniferia ha tenido atractivos como fue la despedida de Fermín, uno de los grandes del arte de torear a caballo, y ayer sábado la reaparición de Cayetano Rivera que hizo que Jerez se llenase de reporteros de la llamada prensa del corazón, además de que la España taurina estuviese pendiente del evento para ver cómo y de qué manera retornaba el segundo hijo de Paquirri y Carmina.
Hubo ingredientes, los tres carteles estuvieron rematados. La despedida de Fermín Bohórquez fue emocionantísima, con el cante de María Carrasco y de Joaquín El Zambo, con la presencia en el ruedo de Ángel y Rafael Peralta o de Álvaro Domecq Romero, aquellos que pusieron al mundo del rejoneo en el sitio en el que actualmente se encuentra; la presencia de Juan José Padilla o la de Morante de la Puebla o de la Manzanares llevó público a una plaza que sigue siendo la más incómoda del planeta de los toros y que continúa estando cortita de iluminación.
Hubo salida a hombros de Juan José, que lo da todo y más, hubo arte en el de La Puebla y en el alicantino, hubo fragancia en la jornada sabatina, había gente fashion, pero sigo pensando que todo esto es muy poco para lo que la Feria se merece. El que paga, es decir el empresario, dirá que la gente no va a los toros y que él no está para perder dinero. No lo sé. A ver si tengo la suerte de hablar con Jeromo Roldán, con Luis Rivas o con Manolo Sotelino del momento presente y del futuro de la llamada fiesta nacional no solo a nivel local sino a nivel nacional, porque también parece que la temporada en El Puerto va a ser cortita. Pero mientras tanto, aquí en Jerez y de inmediato, no estaría de más que los políticos tomasen cartas en el asunto y devolviesen a Jerez el sitio que siempre tuvo en el mundo de los toros.
Y es que alguien joven, entre el bullicio casetero del mediodía del viernes, me preguntaba si siempre había sido así, que si las puertas del coso de la calle Circo se abrían solo en tres jornadas de la Feria y que ya hasta el año próximo. Y le contaba que hubo tiempos mucho mejores. Tiempos en que había más toros en la Feria del Caballo -¿no se podría organizar, por ejemplo, una corrida para la jornada del miércoles con toreros de la tierra?-, que había en el mes de agosto una corrida del arte del toreo y que en septiembre había más carteles, entre ellos los de las desaparecidas corridas de la Asociación de la Prensa y de Concurso de Ganaderías con motivo de la ya también en las hemerotecas Feria y Fiestas de la Vendimia. Me consta que es una vieja aspiración de este Gobierno Municipal recuperar algún festejo para el noveno mes del año con motivo de la Fiesta de la Vendimia, pero eso es algo que habrá que tratar y trabajar con la empresa que es propietaria de la plaza, una de las pocas plazas españolas que es particular y que no depende en absoluto de las administraciones.
Incluso a mi interlocutor ferial le recordaba aquellas noches de la oportunidad que se celebraban los sábados en verano. Aquellos chavales con ansias de quitarse el hambre delante de los toros y que tenían la ocasión de demostrar sus virtudes en el ruedo, donde de verdad se ven a los toreros. Ahora llegan las novilladas de la Escuela Taurina, pero también sería bueno que en Jerez existiesen novilladas picadas en la plaza de toros que se cerró ayer y que, de momento, se abrirá para...motos.
