Los agentes de la Policía Local de Jerez que la madrugada del 6 de abril de 2014 acudieron al domicilio familiar de Raquel Barrera, la mujer de 42 años asesinada presuntamente a manos de su marido José Antonio C.A, coincidieron este martes en sus declaraciones ante el tribunal y el jurado popular en la “frialdad” y la “tranquilidad pasmosa” que presentaba el detenido tras los hechos.
En el segundo día del juicio del crimen de Raquel Barrera que acoge la Sección Octava de la Audiencia Provincial, comparecieron en la sala los seis agentes del 092 que se personaron en la casa del matrimonio después de que el acusado diera aviso del suceso, así como el que atendió su llamada en sala y otro compañero que la grabó. También prestó su testimonio por video conferencia el agente de la Policía Nacional que coordinó la intervención del 091.
El primero en testificar fue el funcionario que atendió el aviso por teléfono, quien llegó a asegurar que “en 21 años de servicio ha sido lo más fuerte que he escuchado”. “Me dijo que creía que había matado a su mujer y cuando le pregunté por qué lo sabía, me contestó que porque estaba en un charco de sangre. Mandé a una unidad a que fuera rápido, pero lo que más me llamó la atención fue la forma en la que me lo dijo: muy frío y muy tranquilo”, manifestó.
Los agentes explicaron que cuando llegaron a la vivienda unifamiliar tuvieron que “saltar” una verja porque estaba en una calle privada y, tras llamar al telefonillo,”salió un perro grande y un hombre en pijama manchado de sangre diciendo que había matado a su mujer”. Según detallaron, “abrió la puerta de fuera y nos dijo que estuviéramos tranquilos”. Fue entonces, cuando le dieron instrucciones a medida que iba avanzando y lo veían desde la puerta exterior del patio para que saliera “con las manos en alto” y “agarrara al perro” después de escuchar los ladridos. Una vez fuera, cuando se iba a tumbar en el suelo siguiendo las órdenes, se percataron al iluminarle con una linterna -eran poco más de las tres de la madrugada-, de que tenía una herida sangrante en el cuello. Fue por esta razón por la que no le llegaron a poner los grilletes. A continuación, un agente le “taponó la herida” con una bufanda que llevaba puesta y llamó a los servicios sanitarios.
En sus testimonios, los policías locales que tuvieron más contacto con él negaron que estuviera “alterado” y que apreciaran síntomas de embriaguez o que oliera a alcohol, e insistieron en su “sorpresa” por “lo tranquilo que estaba”, hasta el punto de que cuando uno de ellos le preguntó “por qué lo había hecho”, le contestó que “por amor”. “Estaba hablando sin sentimiento alguno; nunca he visto a nadie hablar así; estaba súper frío y yo no he matado a nadie pero creo que cuando alguien mata a otra persona se pone nervioso”, señaló el funcionario.
“Ella iba bastante alegre”
Asimismo, el policía local que entró en la cocina con otro compañero y vio el cuerpo de Raquel “en un charco de sangre” descartó que en esta estancia hubiera desorden ni restos de menaje tirados en el suelo, a excepción del cuchillo. ¿Qué vio?. “A una señora tirada en el suelo, que no se movía y tenía el cuerpo inerte”. Pese a todo, la llamaron con la voz en alto para ver si reaccionaba, llegando a requerir a los servicios sanitarios “como si estuviera viva”. En la vista también prestaron declaración como testigos dos primos de la víctima y sus parejas, con los que Raquel y José Antonio coincidía habitualmente en celebraciones familiares. Con ellos también estuvieron la noche de los hechos en dos bares de copas del centro, concretamente hasta que el acusado y su esposa se marcharon en taxi poco antes de las dos de la madrugada. Los cuatro relataron ante el tribunal que el tiempo que estuvieron con ellos -desde las diez de la noche hasta que se fueron- el acusado “estuviera bebido” a diferencia de lo que él dijo el lunes, precisando que era la fallecida la que estaba “bastante alegre” y “muy cariñosa con él”.
"Observador, serio y pendiente de todo”
Además, todos indicaron que el marido de Raquel había estado toda la noche “muy observador, serio y pendiente de todo”, sin integrarse casi en las conversaciones. Otro de estos familiares apuntó que fue el acusado quien, tras salir su esposa “a fumar”, regresó para coger su bolso y decirles que se iban porque “estaba pasada”, de manera que la víctima “no se despidió de ninguno”, se lamentó.
Una prima de Raquel, que no dudó en mirar desafiante al acusado e increparle cuando terminó de declarar, también relató que ese día en cuestión no vio ningún enfrentamiento importante, pero en un momento dado, antes de irse, a su marido le “pareció ver” que discutían “por la forma de gesticular de ella”. Mientras que de Raquel dijeron que “era familiar y tenía un carácter fuerte”, al acusado lo describieron como “una persona meticulosa, ordenada y nada impulsiva al que le gustaba controlar las situaciones”.
Un detalle que también comentó la pareja del otro primo de Raquel fue que una semana antes, ella le llegó decir” de forma desenfadada” que “se había enamorado” y que “había conocido a un argentino a través de internet y se iba a ir a vivir a Argentina”, lo cual consideró una “chiquillada” sin darle importancia. No obstante, recordó que la noche del suceso, cuando iban andando para cambiarse a otro pub y estaban a solas mientras el resto avanzaba, de nuevo Raquel “sacó el tema” y se mostró “insistente”, pidiéndole que por favor “no dijera nada de lo que le había contado”. “Me pareció como si tuviera temor a algo”, dijo.
La vista se reanuda este miércoles con la declaración de nuevos testigos, entre ellos el único hijo del matrimonio y el padre de Raquel Barrera.
“Llevaban un año mal, la relación no iba bien”
“Estuvimos hablando de que ese lunes nos íbamos a apuntar los dos matrimonios a una academia de baile”, dijo ayer una prima hermana de Raquel, que había percibido a través de familiares que “llevaban un año mal; no estaban bien”, aunque la noche de los hechos nada hacía presagiar el fatal desenlace. “Eres un hijo de puta”, le dijo mirando fijamente al acusado cuando terminó de testificar. Después declaró su marido, que fue el único al que le pareció ver en esas horas previas al suceso, poco antes de marcharse, que “parecía que discutían” porque Raquel “gesticulaba seria”. Ayer recordó también que en diciembre de 2013 la fallecida le había dicho que su esposo “había tenido dos o tres feos y que si la cosa seguía así se separaba”.