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Plan de escape

El trabajador mira de forma diferente a su empresario de toda la vida, le redescubre más poderoso y a sí mismo más indefenso

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Hay emociones más evidentes que otras. Resulta difícil ocultar la alegría, la tristeza, la sorpresa, la ira, el asco y el miedo, se nos retratan en la cara. Pero no sólo son visibles por el reflejo facial que producen, también condicionan el comportamiento. Los efectos del miedo sobre la conducta son evidentes no sólo en los seres humanos, también en los animales. Cualquier especie se ve condicionada por esta emoción desagradable. 

En el caso de los conejos pueden verse arrastrados hacia lo que los especialistas en el tema denominan el pozo de la depredación. ¿Qué es el pozo de la depredación y cómo se llega a él? Una epidemia sería la primera y más evidente causa, pero, aunque parezca mentira, otra sería la psicológica. El desgaste del miedo en los individuos los vuelve torpes, mal alimentados, porque no se atreven a salir a buscar comida, afectando también a su ciclo reproductivo. Todo junto los vuelve presas fáciles y facilita su extinción.

Exactamente igual que les ocurre a los conejos por efecto del miedo, está sucediendo con los derechos de los trabajadores. Los empresarios (o depredadores en el caso de los conejos) son los mismos, el medio o la empresa también. ¿Qué ha cambiado? El miedo. El trabajador mira de forma diferente a su empresario de toda la vida, le redescubre más poderoso y a sí mismo más indefenso. Sólo se necesita el empujoncito legal y allá que nos hundimos en el pozo de la depredación.Todas las reformas laborales realizadas desde que empezó la crisis nos han empujado hacia él, mientras los trabajadores permanecíamos paralizados como conejos.


El sentido común está tan alterado en sus respuestas que las conductas de odio no se dirigen hacia los que producen el miedo sino hacia otros conejos. En los colegios los jóvenes norteamericanos blancos realizan pintadas y amenazan a negros y a hispanos, después de que sus padres hayan elegido como presidente a un miembro del sistema que creó la crisis. No se atenta contra el sistema que ocasionó la pérdida de los puestos de trabajo, no se cambian las estructuras, la ira reprimida por la impotencia se canaliza hacia las minorías. Los puestos de trabajo que las multinacionales norteamericanas quitaron a sus conciudadanos no van a devolvérselos, los tienen asiáticos esclavizados. Los únicos que pueden prometerles son los trabajos de los inmigrantes sin papeles que van a ser deportados: muchas horas, poco salario y ningún seguro médico. Hemos dejado en manos de los zorros la construcción de un plan de escape de la crisis y nos han lanzado a unos contra otros, para salvarse ellos.

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