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Ronda

“La clave de los churros está en el hombro, en la forma de apretar"

Antonio Burgos, fundador de la churrería La Ponderosa, abrió su establecimiento hace 40 años y a día de hoy sus churros son producto estrella de los desayunos

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  • Antonio posando en su churrería con una rueda de churros -

En agosto se cumplieron 40 años desde que Antonio Burgos compró el traspaso para hacerse cargo del bar La Ponderosa. No fue hasta 1978, dos años más tarde aproximadamente, cuando encontró la receta perfecta de elaboración de los prestigiosos churros que hoy en día todo el mundo busca en su establecimiento situado al lado de la parada de autobuses. Antonio, quien actualmente es también presidente de la Peña Taurina ‘Pepe Luis Martín’, le dio el nombre de churrería.

¿Cómo fueron los inicios?
--Me costó mucho trabajo hasta dar con la tecla. Comencé haciendo churros en una sartén, fui probando de todas las maneras, echándole unas cosas y otras, y no servía para nada. Cuando empecé a hacerlos bien veía que día tras día la gente volvía a comer. Esto iba para adelante. Aquí los churros se llevan la palma, todo el mundo viene en busca de ellos, menos gente viene a comerse un mollete.

¿Cuánta cantidad diaria elaboráis?
--Depende de la ocasión porque hay días que se hace mucha y otros menos, pero como mínimo tres ‘amasillos’ se hacen. Lo que vienen siendo unos 15-20 kilos de harina diarios porque no cerramos ni un día excepto que ocurra algún imprevisto.

¿Cuál es el secreto de los churros?
--La clave de nuestros churros está en el hombro, en la forma de apretar. Hay que utilizar harina, agua caliente, un aceite bueno y en su punto, que hace que no se repitan, y como te he dicho, el hombro es importante.

¿De dónde viene el nombre del establecimiento?
--Cuando esto abrió por primera vez, con su anterior dueño, había un cuadro de la serio del oeste Bonanza y los más jóvenes no lo sabrán pero La Ponderosa era el nombre de la finca donde se realizaba.

Tradición familar. Actualmente el relevo ha pasado a tu hijo, ¿no?
--Sí, hay que ir pasando esta tradición de generación en generación para que no se pierda, aunque como la mano del maestro ninguna (ironiza entre risas). Mi hijo Carlos ha cogido el relevo y lleva unos 10 años haciendo los churros. Entre familiares ya hay varios establecimientos funcionando por Ronda y uno en Campillos. Ahora mi nieta va a abrir una nueva cafetería.

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