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El Puerto

La oposición arrincona a un Gobierno sin argumentos y sin ideas

La acritud y las críticas suben el tono de la oposición que recuerdan al bipartito sus incumplimientos y sus “pantomimas”

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  • José Antonio Oliva -
  • En el ecuador de la legislatura, el ambiente se crispa ante una situación que sobrepasa a un equipo de Gobierno que ya no encuentra motivos

En el ecuador de la legislatura, al Ayuntamiento portuense, o mejor dicho su Gobierno municipal (PSOE-IU), se le acumulan las críticas y le arrecian los amontonados reproches enaltecidos de los que no comulgan con las acciones y gestiones municipales.

Un momento crucial, en la mitad del camino, para los que en minoría deben capear buenamente como pueden un devenir complejo y dificultoso con una presión que vienen soportando día sí y día también y que se deja notar en cada paso que dan y en cada oportunidad que se presenta.

La oposición se exacerba y eleva cada vez más el tono de reproches en una falta de empatía y de sintonía más que evidente. Sin piedad, los posicionamientos cada vez son más bipolares en una acritud que refleja el descontento y ruptura de dos bandos desiguales en cuanto a número se refiere y que no va a facilitar ni mucho menos que el discurrir de temas tan candentes transiten por un camino de rosas.

La herencia, las promesas y la incapacidad martillean cada vez que pueden a un Gobierno que busca en el manual de las explicaciones argumentaciones que sustenten tanto descontento y tanta desidia.

El que mejor está interpretando sus bazas es Levantemos, que aprieta y recupera su espíritu más combativo y fundamental con su creación de hacer frente con una oposición férrea y constante, tal y como hizo antes, durante y después del pasado Pleno. Después de la digestión de su expulsión del Gobierno, vuelven para quedarse.

Su esencia más pura va a encontrar a un duro adversario para los que en su día tuvieron a estos de compañeros de viaje y de socios, los que gracias a ellos cerraron el círculo para aupar al tripartito al ansiado poder.  Eso fue en el pasado, hace dos años; en el presente, el empuje es evidente y la revancha es clara y meridiana.

José Antonio Oliva, más líder y portavoz que nunca, en su primera alocución ya dejó patente su discurso directo y claro. “Vosotros tenéis menos pólvora que una escopeta de Feria”, le espetó a la bancada del bipartito. Ya casi da igual el temario a tratar y a plantear, la ocasión es manifiesta y la intención es recordar y señalar los errores, a su entender, cometidos por estos.

Como las mociones presentadas a lo largo de esta legislatura -cerca de 30- y de las que nada o poco se saben que se lleven a efecto. “Esto es una pantomima”, se llegó a escuchar en el Pleno del pasado miércoles. Una parodia según estos ante el nulo recorrido de los que aguardaban que éstas llegaran a buen puerto.

El propio secretario del Ayuntamiento tuvo que salir al quite para justificar y recordar que las mociones no tienen más allá que un compromiso moral y político: sin consecuencias legales ni administrativas en su incumplimiento.

Dicho lo cual, la frustración encuentra el caldo de cultivo de incrementar el tono y los argumentos para combatir.

Eso en Levantemos, que por la inefable casuística y con pancartas entre el público y en el mismo salón, anunciaron sus desencuentros, sumándose el inoportuno micrófono que obligó a estos a cambiarse a la casi desierta bancada popular (faltaron 3 ediles del PP).

El tiempo con su inquebrantable desgaste y la aritmética de un Gobierno en desventaja van a marcar el sino de un destino que se antoja complejo por su objetivo de cumplir y sobretodo de contentar a una mayoría desafectada y que no profesa la confianza del que tampoco cultiva por ganársela.

“Ibas a dimitir si se hacían los parking”

El pasado siempre vuelve. Y eso es lo que le recordaron algunos manifestantes, los que también se personaron dentro del Pleno, a los concejales socialistas con el alcalde a la cabeza. Los de IU, miembros también del equipo de Gobierno, se salvaron de las críticas. Algunos no dudaron en recordar las promesas dadas en forma de dimisión para el caso de construirse los aparcamientos subterráneos. De la Encina, carpeta en mano, capeó como pudo el carrusel de reproches de los que lo esperaron a las puertas del Ayuntamiento.

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