Azahara Muñoz y Carlota Ciganda cabalgan desbocadas hacia el título del Andalucía Costa del Sol Open de España, una situación soñada en este punto de la competición antes de su inicio.
Ese irresistible deseo, plasmado en un liderato compartido apuntalado mediante tres golpes de ventaja sobre la inglesa Georgia Hall, se ha hecho feliz realidad cuando restan 18 hoyos que desbordan, antes de su ejecución, energía y espectacularidad a borbotones.
La citada golfista británica, la sudafricana Lee-Anne Pace y las suecas Camilla Lennarth y Frida Kinhult ejercen, a distancia, de contrapeso al exacerbado protagonismo español estampado en este torneo desde el minuto uno, una situación que expresa al tiempo un anhelo y, de forma adicional, la constatación de la calidad de las mejores representantes del golf femenino español, entre las mejores del mundo sin discusión alguna.
Con Georgia Hall ejerciendo de espectadora de lujo, en un partido estelar muy definido por este adjetivo desde el tee del uno, la prometedora golfista inglesa –líder al comienzo del día, con un golpe de ventaja sobre las dos españolas hambrientas de victoria– ejerció de muro de contención del huracanado empuje de Azahara Muñoz y Carlota Ciganda, quienes de forma sucesiva y combinada acabaron minando la resistencia y la moral de su principal rival de cara a la victoria final en una última ronda que se antoja antológica.
El relato del doble protagonismo español tomó sendas distintas para confluir en el mismo punto. Azahara Muñoz, héroe local, empleó el camino de la brillante regularidad, machacona insistencia en el acierto –sólo rota mediante un anecdótico bogey en el 10– que tuvo sus puntos álgidos en los hoyos 6, 11, 12, 14 –resueltos mediante determinantes birdies– y, sobre todo, en el hoyo 18, un maravilloso eagle que le llevó a empatar en lo más alto de la clasificación, con 16 bajo par, con su rival pero sin embargo amiga Carlota Ciganda.
La navarra emprendió por su parte ese tipo de trayectorias volcánicas que tanto la caracterizan, un inicio titubeante, que le llevó a cometer bogey en el primer hoyo para internarse en trances comprometidos salvados, durante toda la primera vuelta, en el mismísimo filo de la navaja.
Luego llegó, eso sí, como maravilloso contrapunto, unos segundos 9 hoyos donde el golf se hizo arte, cinco birdies, tres de ellos consecutivos en los tres hoyos finales, que le llevaron en volandas a montarse en ese caballo desbocado que ambas españolas han creado en su ilusionante carrera hacia el título.
A su lado, impactada, Georgia Hall asistía al espectáculo sin opciones reales de replicar al reto. La inglesa, de calidad indudable, se adentró por una travesía excesivamente anodina para responder a las agresivas propuestas de sus brillantes rivales, cercenada además por un doble bogey en el hoyo 8 que dio a alas a las dos españolas, montadas a partir de ese momento en un auténtico Pegasus, ese maravilloso caballo alado que alcanzaba a velocidad de vértigo su objetivo.
En paralelo al exacerbado protagonismo de Azahara Muñoz y Carlota Ciganda, otra sobresaliente actuación coincide en el tiempo, la de Natalia Escuriola, que en situación distinta reclamaría la mayor parte de los los focos.
La castellonense, en su suma y sigue particular después de liderar el torneo en la primera jornada con unos impresionantes 65 golpes, se mantiene en la pomada, quinta en este punto de la lucha gracias a su loable capacidad de acierto, una presencia adicional española en una competición que parece forjada para el recuerdo.