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"Los últimos Jedi", una "nueva esperanza" para el turismo de Túnez

Donde aún quedan de pie algunos de los escenarios que George Lucas construyó en 1976 para el primer título de la saga "Stars Wars: la nueva esperanza"

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  • El sith Kylo Ren -

El estreno en diciembre de "Los últimos Jedi", sumado a la sensación de mayor seguridad, han servido para relanzar el turismo en el sur de Túnez, donde aún quedan de pie algunos de los escenarios que George Lucas construyó en 1976 para el primer título de la saga "Stars Wars: la nueva esperanza".

Enamorado de sus impresionantes desiertos, pero sobre todo de los restos de la llamada cultura troglodita, Lucas y su equipo se prendaron de llanuras y cavernas, de edificios excavados en la roca y atardeceres de ensueño.

Y así, "hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana..." con apenas algunos toques mínimos de atrezo la región tunecina de Tataouine se convertiría en el planeta homónimo "Tatouine", lugar natal de Luke Skywalker.

Cierto es que la desidia, el tiempo y la ausencia de visión comercial de las autoridades tunecinas han hecho que este legado cinematográfico se haya deteriorado, quedando restringido durante años al ojo fanático de los "frikis" y al objetivo de cineastas profesionales y amateurs que imitar u homenajean al maestro Lucas.

Pero en los últimos meses se han acometido una serie de reformas que permiten que en el "Hotel Sidi Driss", en la ciudad de Matmata, uno pueda sentarse a la misma mesa en la que comió el joven Anakin Skywalker, aunque en esta ocasión para degustar la gastronomía local tunecina.

Siglos atrás, los primeros pobladores bereberes construyeron allí casas subterráneas, excavadas en el suelo, para resguardarse de las sofocantes temperaturas: aun perceptibles en toda la localidad, las construcciones similares "la granja Lars" en la que creció el futuro Jedi sirven hoy en su mayoría de aprisco para cabras.

Más al este, la primera recreación del puerto de Mos Espa es sin duda el lugar más simbólico y fotogénico, un pedazo de cartón-piedra situado en mitad del desierto, al que se accede tras una hora de viaje por dunas y llanuras solitarias.

Tras la grabación, la Oficina de Turismo tunecina pidió entonces que no se desmontaran los decorados para poder atraer el turismo a la zona: ahora, beduinos del lugar venden recuerdos entre sus calles, ofrecen paseos a camello y poco más. Una vez al año, acoge un festival de música electrónica.

Menos visitado por estar más al este, apartado de la región de Tataouine y las rutas turísticas de la zona, se halla el hogar de Luke en forma de iglú, desde el que el joven soñador contempla el horizonte en la famosa escena de las dos lunas.

Situado 20 kilómetros de la ciudad de Nefta, muy cerca ya de la frontera con Argelia, el iglú, levantado en una planicie infinita, ha sido restaurado en los últimos meses y está prácticamente igual que durante el primer rodaje.

Destruido tras aquella histórica secuencia, los carpinteros de la saga lo replicaron en el año 2000 para una nueva escena del Episodio II: el ataque de los drones.

En 2012 fue restaurado de nuevo gracias a un grupo de fans que lanzó la campaña internacional "Save Lars Homestead" y que reunió más de 10.000 dólares en donaciones. Llegar en quad y llamar a su puerta es hoy uno de los atractivos de este lugar.

Además, ofrece al turista una recompensa añadida: para llegar a él una de las rutas cruza el desierto de Chott El Jerid, la mayor extensión salada seca de África, un verdadero paisaje lugar en el que en verano con temperaturas pueden alcanzar los 50 grados en pleno día.

De vuelta a la ciudad de Tataouine, donde curiosamente nunca se grabó ninguna escena, se encuentran Ksar Medenine y Ksar Ouled Soltan, escenarios naturales del barrio de esclavos que se encuentran todavía en buen estado y que hoy en día se han convertido en un hotel-restaurante.

Allí apenas se construyó nada, se aprovecharon estas peculiares edificaciones trogloditas propias del desierto tunecino, ideada miles de años atrás como una "Nueva York" antigua, para acoger a las familias y proteger una sociedad que ya prefería apilarse en edificios pegados y compartimentados.

Un entorno que "Los últimos Jedi", la película más taquillera de 2017 y una de los diez filmes con mayor recaudación de la historia del cine con más de 1.265 millones de dólares, ha vuelto a despertar.

Para felicidad de los habitantes del sur de Túnez, que en su mayoría admiten no haber visto la película y apenas conocen sus símbolos, pero que esperan que esos lugares, que miles de personas que miran con fascinación procedentes de los cuatro puntos cardinales, vuelvan a relanzar su precaria economía. 

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