Raúl Arévalo, que recibe este sábado por la noche en el 22 Festival de Málaga el Premio Talent en reconocimiento a su valía entre jóvenes directores españoles, ha asegurado que cada trabajo que hizo como actor fue "un aprendizaje para llegar a ser director".
El cineasta ha detallado sus experiencias en un encuentro con estudiantes de cine donde respondió a preguntas de todo tipo y se lanzó, a su pesar, a aconsejar a quienes siguen ya sus pasos:
"Esto se lo leí decir a Luis Tosar -ha comentado el artista, ante varias decenas de jóvenes- un artista tiene que ganar en seguridad para crecer, pero cuando esto se convierte en vanidad, pierde como artista y pierde como persona. Y cuando no escuchas, el arte se resiente".
Así, ha contado cómo Pedro Almodóvar, con quien ha rodado varias películas, entre ellas, la última "Dolor y gloria" que se estrena esta semana, que a veces le pregunta cosas y, cuando le responde, se olvida de "lo grande que es".
"Me ha ayudado a crecer mucho. Me decía, 'eres nervioso, vas a rodar pocos planos'....y tuvo razón. Cada día lo quiero más (...) En el pasado no sé cómo sería Almodóvar pero yo he tenido la suerte de disfrutar mucho de él".
También de Antonio Banderas, con quien rodó "El camino de los ingleses", aprendió cómo aprovechar el trabajo de actor para ser después buen director, o con Daniel Sánchez Arévalo, que lo descubrió en "Azuloscuro casi negro".
Ha contado que a los diez años ya hacía cortos con la cámara de sus padres, y que rodaba "cosas" que no entendía cómo le dejaban hacer porque "era muy violento, muy gore", se ríe el de Móstoles, que este año cumplirá los cuarenta.
Aunque soñaba con dirigir, a los 17 o 18 años se apuntó a la escuela de Cristina Rota y se hizo actor y hoy no para de trabajar, tiene varias películas por estrenar, "El plan" y "Los europeos", y también tiene tiempo para escribir su segundo largometraje, que ya está en marcha.
Del primero, el exitoso "Tarde para la ira", con el que ganó cuatro Goyas de once nominaciones, ha desvelado que comenzó por un par de noticias que oyó en la tele del bar de sus padres sobre un asesinato y sobre una violación.
"Alguien dijo que cogería una escopeta para vengarse de algo así y yo empecé a pensar cómo sería matar a sangre fría". Así de fácil.
Pero también ha dicho que cree sinceramente que las primeras películas, las que se cuecen a fuego lento como "Tarde para la ira" (tardó ocho años en terminarla) o "Azuloscuro..." (que precisó cinco) salen mejor.
Habla con pasión de su relación con Málaga, de donde son sus mejores amigos. Entre ellos, Canco Rodríguez, que le transmitió el amor por la ciudad y el convencimiento de que algún día haría cine, aquí tuvo una novia y su primer contacto con un festival de cine, el de Málaga, donde presentó películas y fue jurado y donde estye sábado se le premia como cineasta prometedor.
Está convencido -no sin antes nombrar a su hermana Tamara, sonidista de cine-, de que las mujeres entrarán por su peso en el circuito de la industria.
Se duele de que ya no se lleve lo de la "carrera de fondo" para lograr un buen trabajo, y de que sirvan más los seguidores de Instagram (suelta un taco): "no es la profesión como yo la entiendo", dice, pero se felicita de que hoy se haga "cine español con menos complejos".
"Tenemos que hacer cine a nuestra imagen, como hace Rosalía, que lo peta, pero no por imitar a Beyoncé, sino por hacerlo a su manera, lo peta por la copla, por lo español, por la esencia y por darle la vuelta. Lo local -recuerda- es lo más universal y cuanto más apueste por eso el cine español mejor le va a ir".