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Motor

Renault Scénic Zen Energy 1.4 TCe: adaptado al ciclo WLTP

El frontal es muy similar a los restantes componentes de la gama Renault: Captur, Mégane, Clio, Kadjar...

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Renault sigue haciendo los deberes y ha homologado ya todos los motores de la gama Scénic según el sistema WLTP, que es más severo en materia de emisiones y consumos.

Hemos probado el nuevo 1.4 TCe de gasolina, que sustituye al anterior con la misma denominación, pero que desarrollaba 130 CV y un par máximo de 190 Nm. Este motor de la gama Scénic está adaptado al sistema WLTP ((Worldwide Harmonized Light-Duty Vehicles Test Procedure) que está en vigor desde el 1 de septiembre de 2018 y que es más severo en materia de emisiones y consumos.

El propulsor objeto de nuestra prueba ahora tiene una potencia de 140 CV y un par máximo de 240 Nm, que entrega a partir de las 1.600 rpm, cuando el de la anterior generación lo hacía desde las 2.250 rpm.

Otra diferencia a tener en cuenta es que el nuevo 1.4 TCe, al igual que sus hermanos diésel, monta filtro de partículas para reducir aún más las emisiones y cumplir con la normativa.

El efecto del citado incremento de potencia en el Scénic es un mejor andar tanto en ciudad como en carretera.

Al tener empuje desde abajo sigue teniendo un comportamiento parecido al de un motor diésel, pero con la posibilidad de estirarlo más para ser más rápido en un adelantamiento.

El Renault Scénic 1.4 TCe acelera de 0 a 100 en 10,4 segundos y tiene un consumo homologado de unos 6 litros, que en la prueba realizada por Efe ha superado los siete litros.

En la unidad probada la transmisión montada era la manual de seis velocidades, que es agradable de manejar al estar en una posición más elevada que en un turismo.

Para modificar su funcionamiento, así como el del acelerador o la dirección, el conductor dispone de diferentes modos de conducción: Sport, Comfort, Eco, Neutral y Personal.

Se activan desde un botón con el nombre de Eco que hay situado delante de la palanca de cambios, en la parte baja de la consola central con forma vertical que divide en dos el salpicadero.

La cuarta generación de este monovolumen compacto tiene una amortiguación con un tarado suave, pero que evita que el vehículo balancee en exceso en cambios de apoyo rápidos.

La sensación es de seguridad y, por tanto, está alejada de la de flotación que hasta hace poco era habitual en los monovolumenes.

Exteriormente, una carrocería con más forma de croosover que de monovolumen le hace más atractivo a la vista para un público de compradores más amplio.

Si además la carrocería, como en la unidad probada, es bicolor (el techo en negro y el resto de la carrocería en naranja) le aleja aún más de la imagen tan cuadrada  y algo sosa de este tipo de vehículos familiares.

El frontal es muy similar a los restantes componentes de la gama Renault: Captur, Mégane, Clio, Kadjar... Un capó bajó, el rombo de la marca en el centro de la parrilla y la unión de éste visualmente con los faros por una raya cromada son sus principales rasgos de identidad.

Lateralmente, el toque dinámico lo ponen las llantas en medida de 20 pulgadas -Renault asegura que ha llegado a un pacto con diferentes fabricantes para que el cambio de neumáticos no suponga un gran desembolso- y las protecciones de la parte baja de la carrocería.

También llama la atención de la línea de hombros, que en la parte trasera se sube en comparación con la delantera, sin restarle mucho espacio a la superficie acristalada.

La zaga es menos rompedora, aunque los faros que se prolongan por el portón también le dan carácter.

Por lo que respecta al interior, Renault sigue apostando por habitáculos tecnológicos y funcionales para el pasaje.

Conductor y copiloto disfrutan de un amplio cofre central desplazable (el freno de mano es electrónico), así como de una amplia pantalla central táctil colocada en posición vertical.

Para que el conductor retire lo menos posible de la carretera, el Scénic puede equipar head-up display. Si a esto unimos un volante multifunción desde el que activar y desactivar varias funciones y una posición de conducción más elevada que en un turismo, el resultado es que todo queda a mano y uno se puede concentrar en lo que interesa, la conducción.

Mientras, los acompañantes disfrutan de mesitas tipo avión, varios puertos USB y huecos para dejar sus objetos, entre ellos tres cofres integrados en el piso del vehículo.

El asiento del copiloto se puede tumbar para poder transportar objetos largos sin tener que sacarlos por la ventana. Lo que es una pena es que Renault no haya mantenido la apertura del cristal trasero de las primeras generaciones.

En la parte trasera, la banqueta se puede desplazar en una proporción 60:40 para dar más espacio al maletero (de 506 litros y con hueco para la rueda de repuesto), de forma rectangular y muy aprovechable por la altura que hay hasta la bandeja que cubre el equipaje.

En definitiva, el Scénic es un vehículo muy interesante para los que empiecen a aburrirse de los SUV, que no quieran una berlina, pero que necesitan espacio para viajar con familiares y amigos, sin renunciar a un maletero amplio.

Su línea es distinta a lo que se estila en la competencia y la posibilidad de optar por un color bitono le aporta jovialidad y juventud a un vehículo que va por su cuarta generación.
 

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