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España

Sánchez hará nuevos movimientos para intentar convencer a Podemos

En apenas dos meses, el PSOE ha pasado de defender el Gobierno en solitario a aceptar ciertos perfiles en el Consejo de Ministros

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  • Pedro Sánchez. -

El presidente del Gobierno en funciones y candidato a la investidura, Pedro Sánchez, hará nuevos movimientos para intentar convencer al líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, de que apoye su investidura, avanzan fuentes del Ejecutivo.

Y estos movimientos se esperan para antes del 22 de julio, cuando arrancará el debate de investidura, donde están contempladas dos votaciones. Una el día 23 donde Sánchez necesita mayoría absoluta para superar la investidura --no tiene ninguna posibilidad de sacarla adelante-- y una segunda el día 25 donde ya sólo precisa reunir más votos a favor que en contra.

Si para entonces tuviera el respaldo de Unidas Podemos, junto al del PNV, Compromís, el PRC, más la abstención de ERC o de Bildu, estaría en condiciones de superar la investidura. A día de hoy, Sánchez sólo tiene garantizado el escaño del PRC.

IGLESIAS EXIGE SER MINISTRO

El problema con Podemos estriba en que Iglesias exige entrar en el Consejo de Ministros, acompañado de algunos de sus colaboradores más estrechos, bajo la fórmula del Gobierno de coalición. Sánchez, hasta el momento, rechaza la coalición porque quiere formar un ejecutivo bien cohesionado.

La idea que tiene en mente es incorporar a un número mayor de independientes que en el Gobierno actual y ha mostrado su disposición inicial a contar con independientes de la órbita de Podemos o incluso con miembros de la formación 'morada' o de sus confluencias que respondan a perfiles más técnicos que políticos y que no operen en función de lógicas partidistas.

Una oferta que deslizó el propio Sánchez este jueves en una entrevista en TVE, en la que admitió que "a priori" no tiene "ningún prejuicio ni con militantes ni con compañeros de Unidas Podemos" o "sus confuencias".

Sánchez señaló que si Podemos tuviese un planteamiento semejante al suyo respecto de la conveniencia de formar un gabinete "abierto a la sociedad y no cerrado a las lógicas partidistas, que de alguna forma es lo que puede plantearse a través de un gobierno de coalición", entonces él "estaría dispuesto a abrirlo".

A lo que Sánchez se resiste es a dar entrada a Iglesias o a miembros de la cúpula de Podemos que harían que el Gobierno tuviera en realidad dos almas. Y antes que formar un Ejecutivo inestable que se viese abocado a adelantar las elecciones en el corto o medio plazo, en la dirección del PSOE hay voces que ven preferible ir a una repetición electoral en noviembre.

Para que la ciudadanía no le culpe del bloqueo institucional, Sánchez se esmera en aparentar que hace todo lo posible para sacar adelante la investidura. De ahí que ni siquiera el Gobierno reconozca que la consulta a las bases de Podemos dificulta que la negociación avance en este mes de julio.

Iglesias está determinado a mantener el pulso a Sánchez hasta el final, confiado en que según vaya agotándose el plazo de dos meses antes de la repetición electoral, el candidato se verá más obligado a ceder en sus posiciones.

Lo cierto es que el PSOE, al contrario que Podemos, ha ido moviéndose poco a poco desde su posición original. Desde el día después de ganar los comicios generales el pasado 29 de abril, el Gobierno, a través de sus ministros más políticos como Carmen Calvo o José Luis Ábalos, defendía gobernar en solitario alcanzando, eso sí, un acuerdo programático con Podemos, que apoyaría desde fuera.

EL PRIMER MOVIMIENTO

A pesar de que por entonces Podemos ya insistía en la fórmula de coalición, la postura del Ejecutivo fue inamovible, hasta que a pocos días de las municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo, el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, sorprendía afirmando que no veía incompatible un Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos aunque Iglesias defienda una "soberanía por barrios", en alusión a su aceptación del derecho de autodeterminación.

"No le veo una incompatibilidad, vendría la incompatibilidad si dentro de ese Gobierno se hicieran decisiones sobre cambios en la Constitución", explicando que ese escenario haría "imposible" un Ejecutivo de coalición.

Después de esos comicios, fue Ábalos el que abrió la puerta a la entrada de miembros de Podemos en el Ejecutivo. "El término coalición no nos gusta. Podríamos en un momento dado plantearnos la incorporación de miembros de otras formaciones, en este caso de Podemos, pero no bajo la fórmula de la coalición", dijo en una entrevista a Antena 3.

No sería hasta el 11 de junio, cuando Sánchez, en una reunión con Iglesias, le planteó la oferta del Gobierno de cooperación, que podría representar "diferentes sensibilidades" e incluir a "personalidades referentes de sus distintos ámbitos" de actuación, tal y como lo definió la portavoz parlamentaria del PSOE, Adriana Lastra.

Entonces se dijo que esas "personalidades referentes" podrían ser independientes que ideológicamente fueran afines a Podemos, sin concretar si también podrían ser personas que hubieran concurrido en las listas electorales de la formación 'morada'.

Un día después, unas declaraciones de Ábalos sembraron de nuevo la confusión, cuando no descartó la posibilidad de que miembros destacados de Podemos pudieran incorporarse como ministros en un futuro Ejecutivo de Pedro Sánchez.

"No descarto nada", respondió en rueda de prensa preguntado por la posible entrada de personas como Pablo Iglesias u otros responsables de la organización en el gabinete de ministros. Dos días después, Ábalos se zafaba de los periodistas señalando que ésa era una reflexión que aún no había concluido Sánchez, a quien compete en última instancia esa decisión.

Poco después el Gobierno trasladó que su oferta a Podemos se reducía a incorporar a los 'morados' en cargos intermedios de la Administración, pero fuera del Consejo de Ministros, ofrecimiento que elevaría una vez más de nivel con la entrevista de Sánchez en TVE y después de que fracasara la quinta y última reunión hasta la fecha mantenida con Iglesias para despejar la investidura.

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