Los quirófanos del hospital de la localidad de Maragua (centro de Kenia) no suelen estar tan llenos. Una docena de médicos operan a seis pacientes a la vez con quistes y tumores en estado muy avanzado de los que ahora, por fin, se pueden deshacer gracias a una misión médica española.
En una de las camillas, junto a otros dos pacientes, operan a Simon Mwangangi, un niño de 4 años. Hacía tres y medio que tenía una hernia inguinal bilateral que no paraba de crecer y, a pesar de no tener dolor, su vida se veía comprometida. Dejó de ir al colegio ante las burlas de sus compañeros al ver que las vísceras se le salían por la hernia hasta llegar al escroto.
Su madre, Milkah Wankiru, no se podía permitir pagar la operación en los otros hospitales. "Me pedían 10.000 chelines (unos 88 euros)", explica a Efe desde una pequeña sala improvisada de postoperatorio esperando a que Simon despierte de la anestesia.
Milkah supo de la existencia de la misión quirúrgica española por la radio, gracias a una campaña promocional de la gobernación del condado de Muranga, donde se encuentra este hospital rural que ha ido creciendo gracias a la cooperación internacional.
La madre hizo junto a su pequeño los 35 kilómetros que separan el hospital de su ciudad, Thika, para conseguir la atención gratuita.
"Si llevaran esta campaña a mi zona sería mucho más fácil ir porque ahora tienes que venir hasta aquí. A veces te tienes que quedar a dormir y, si no tienes dinero, duermes en el exterior", dice la mujer, que no pudo acudir al hospital de Thika, el más grande del condado, por sus altos precios.
Los pasillos y los patios del hospital de Maragua están día y noche llenos de personas de distintas partes de Kenia que esperan pacientemente su turno para ser operadas en unos quirófanos que nunca ven tanta actividad. Los primeros días, tras la llegada de los médicos españoles, acudieron 1.500 personas.
La misión quirúrgica en ese hospital está organizada por la fundación Vihda, que trabaja para el desarrollo del centro desde 2003, y cuenta por tercer año consecutivo con una treintena de profesionales médicos de la organización Cirugía Solidaria para operar de forma gratuita al máximo de personas en dos semanas.
Esta vez han efectuado 464 intervenciones, de ellas 48 a niños, y 1.554 consultas. Estas cifras suponen un aumento ingente en comparación con las del resto del año, que muestran una media de 150 operaciones al mes.
Emma Wangeli espera sentada bajo una carpa al lado del edificio de maternidad. Acudió el pasado julio, durante la última visita de la misión médica, para ver si le curaban el bulto causado por el bocio que tenía en el cuello, pero le pidieron que trajese pruebas médicas.
Emma ha pasado los últimos dos años y medio de visitas inservibles y demasiado caras a hospitales públicos de Nairobi, donde reside. Su caso es el más común en el hospital, ya que es una operación con riesgos que muchos cirujanos no quieren asumir.
"Los profesionales que tratan esto son muy pocos, estoy muy feliz de que los 'wazungu' (blancos) estén aquí. Confío en ellos", reconoce, sin esconder su entusiasmo.
UN ESPECIALISTA PARA CADA 18.000 HABITANTES
Esta confianza desmesurada en los médicos occidentales es el resultado de imágenes preconcebidas y de una falta de recursos que hace que se vea a los doctores locales menos preparados para hacer frente a casos complejos.
La situación tiene su raíz en una importante fuga de cerebros: los pocos médicos que hay se van al sector privado o migran a otros países. El condado de Muranga, por ejemplo, solo cuenta con tres especialistas y un pediatra para 900.000 personas.
A nivel nacional, en 2018, había 6.394 médicos locales registrados, de los cuales 2.591 eran especialistas. Eso quiere decir que hay un especialista para cada 18.000 habitantes. En España, en comparación, hay uno para cada 338 personas.
"No se trata de retenerlos, sino de que quieran estar", explica a Efe Victorio Torres, pediatra y director de la fundación Vihda, que pretende "desarrollar una estrategia en un hospital público estándar que influya en la política".
Su labor como fundación pasa por colaborar de cerca con los trabajadores locales y ser un punto de apoyo y un foco de financiación para mejorar las infraestructuras del hospital, su servicio y su prestigio.
El objetivo final es conseguir la asistencia sanitaria universal en todo el país, un proceso que consta en la agenda política del presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, y que ha empezado como un programa piloto en cuatro condados.
"Ojalá pudieran hacerlo (en toda Kenia) porque algunas familias son pobres, están en bancarrota o no tienen trabajo", se lamenta la madre de Simon.
Según datos de 2015 del Ministerio de Sanidad keniano, un 12,7 % de los enfermos no busca atención médica y el coste económico de la sanidad es el principal motivo por el que en 2013 hubo 2,6 millones de personas en riesgo de pobreza.
UN MODELO DIFERENTE
Unas chanclas, un vaso y un barreño para lavar la ropa es lo único que necesitan los pacientes para ingresar en el hospital de Maragua, que, aunque sus servicios regulares también son de pago, se presenta como un espacio seguro para las personas más necesitadas.
Los médicos y enfermeros españoles trabajan con estudiantes y profesionales kenianos e intentan transferir sus conocimientos para que en un futuro su labor no sea necesaria.
La colaboración de las dos organizaciones españolas con el hospital y el gobierno condal de Muranga es una de las ventajas del proyecto, pero existen dificultades que obligan a todas las partes a adaptarse.
José Manuel Rodríguez, cirujano general en el Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca (Murcia, sureste de España) y presidente de Cirugía Solidaria, reconoce haber aprendido que "no se puede imponer nada al medio en el que vas a trabajar, lo que tienes que hacer es adecuarte a las necesidades y ver qué puedes aportar".
Además, el Gobierno keniano es el que "tiene un mandato democrático de resolver los problemas de salud y enfermedad", dice Torres, de manera que no hay que "quitarles la responsabilidad".
Actualmente, la relación de las organizaciones españolas con el gobernador del condado es tan estrecha, que se ha planificado un viaje a España para que algunos profesionales de Kenia puedan nutrirse de nuevas técnicas y vean otro modelo de sanidad pública.
El consejero de Sanidad de Muranga, Joseph Mbai, se muestra positivo con el cambio de modelo sanitario y afirma que "lo único que tenemos que hacer es asegurarnos de que tenemos un sistema de financiación que es sostenible y duradero".