Quien esto firma, no pretende contarles a estas alturas la biofilmografía de un clásico viviente como Clint Eastwood -cosecha del 30 y que el día que termina mayo se convertirá en un espléndido nonagenario- ni recordarles cuales son sus magistrales obras mayores que todos ustedes tienen tan presentes. Solo puntualizar que esta que nos ocupa sigue la serie dedicada a los héroes anónimos de su país, todos de género masculino, que tal parece que sus homónimas femeninas no existan para él. A saber: ‘El francotirador’ (2014), ‘Sully’ (2016) y ’15:17. Tren a París’ (2018).
Esta firmante comienza por el final y tiene que reconocer que, pese a sus prevenciones iniciales, le ha parecido una película espléndida. De tratamiento, de factura, de puesta en escena, de narrativa… en la historia real de un guardia de seguridad de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 cuyo empeño en considerar peligrosa una mochila abandonada, que finalmente hizo explosión, evitó una matanza y le convirtió en un fenómeno de masas y ejemplo a seguir, para luego ser considerado sospechoso de terrorismo. Magnífica y elegantemente filmada, con ese estilo intemporal marca de la casa. Inteligente, lúcida, madura, emocionante, compleja y también divertida.
Tan conservadora como lo es su firmante, pero que no deja títere con cabeza en sus cargas de profundidad contra el stablishment político, de seguridad nacional y mediático. En la que mezcla sabiamente géneros como el drama, el policíaco de investigación o el judicial eludiendo cualquier cliché. En la que los personajes están retratados, cuidados, mimados y revelados en todos sus matices, incluídas sus aristas menos favorecedoras, sin maniqueísmo alguno. Con ternura y verdad, con amor y humor, como en sus filmes más celebrados. Salvo uno… Salvo el de una mujer: la villana de la función. Y este es el PECADO MORTAL DE FONDO Y DE FORMA, de este ejemplar relato fílmico, que descalifica por sí solo sus valores ya descritos.
Porque esta historia está basada en hechos y protagonistas reales, a partir de un artículo de la periodista de Vanity Fair, Marie Brenner, de 1997. Aunque no sea verdad todo lo se nos cuente en ella, ya que Eastwood ha disparado aquí toda su artillería pesada, zafia, burda, tendenciosa, embustera y machista en la semblanza de Kathy Scruggs, reportera del Atlantic Journal Constitution, que cubrió la noticia, y de la que se nos cuenta que tuvo sexo con un agente del FBI a cambio de información confidencial, traicionando además a tal fuente. Y, por si todo esto no fuera poco, que ni siquiera sabía escribir pues era un colega varón quien redactaba sus artículos a partir de sus datos.
Tanto el periódico, como su equipo, como su compañera de piso por aquel entonces, como el hermano, han desmentido con hechos probados estas insidiosas visión y versión reivindicando el trabajo, rigor y documentación, con datos contrastados, de su colega. E instan, tanto al realizador como a las productoras, a rehabilitarla tras estas ofensas intolerables a su dignidad como mujer y como profesional. Ella, que falleció en 2001, no puede ya defenderse…
131 minutos de metraje. El guión lo escribe Billy Ray sobre el texto citado. Sus excelentes fotografías y bandas sonoras se deben respectivamente a Yves Bélanger y Arturo Sandoval. Con un reparto, impecable y solvente, en el que destacar a Paul Walter Hauser, Sam Rockwell, espléndidos, Kathy Bates, maravillosa, y Jon Hamm. muy ajustado. En cuanto a Olivia Wilde… resulta tan plana y esquemática como su odioso personaje.
Escrito queda.