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El Arroyo ya echa de menos la vieja comisaría

Los antiguos vecinos de la Policía ya notan su marcha, especialmente el bar Mónica, que ha pasado a servir 140 cafés menos

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  • Manolo Ramírez, uno de los propietarios de bar Mónica. -
  • Ahora lo que más les preocupa es la seguridad, y ya se han puesto manos a la obra. Esperan que el edificio de la antigua comisaría vuelva a tener vida
  • "Me he ido detrás de ellos". El estudio de fotografía se mudó a la par que los agentes para instalarse en un lateral de la comisaría de La Asunción

"Se ve raro mirar al frente y ver la plaza tan vacía. Antes pasabas y veías 30 o 40 coches de la Policía. Ahora no ves ninguno”. El nuevo paisaje de la plaza del Arroyo que describe Manolo Ramírez, uno de los propietarios del bar Mónica, cambió radicalmente hace tres semanas, cuando la Comisaría de la Policía Nacional que tenía su sede en el Palacio de los Condes de Puerto Hermoso desde el año 80 se mudó al barrio de La Asunción, y con ella los desayunos y los bocatas de los policías y los ciudadanos que acudían a las dependencias para hacer alguna gestión. Ahora en el interior del local, que es una institución en la zona y con unas paredes que si hablaran ardería Troya, hay más mesas disponibles de la cuenta. Siempre han sido los “proveedores” de la comisaría. “El bar está abierto desde el año 89; con nosotros va a hacer 26 años ahora”, señala Ramírez, mientras atiende a la clientela más fiel del mediodía. La de los DNI, los pasaportes y la de los uniformes del 091 se ha esfumado.   “Las ventas han bajado un poco. Entre los cafés del desayuno y los de por la tarde pueden ser 100 o 140 menos; se han resentido, claro, porque nuestra principal clientela más que los policías era la gente que venía a ver a la Policía. Los agentes cuando estaba esto lleno se repartían por otros sitios”.

Ya no les pilla de paso, pero los que pueden siguen viniendo a verlos para desayunar. Echan en falta sus bocadillos. “De vez en cuando vienen algunos y nos dicen que nos echan de menos, que en los bares de allí no tienen bocadillos y que allí las tostadas son de pan congelado”, indica. Lógicamente, la nueva situación les preocupa, aunque lo justo. En este bar siempre prefieren ver lo positivo de todo. “Ahora el que viene tiene sitio, antes llegaban y se iban. Y aquí tenemos varios hoteles cerca, los trabajadores del Obispado, de la Plaza Peones, de Urbanismo...".

Más que pensar en un futuro incierto, prefieren mirar a las “buenas perspectivas” que hay en este entorno de cara a proyectos como la regeneración del Arco del Arroyo, cuyas obras están previstas para después de Semana Santa, y los futuros museos del flamenco y de Lola Flores. También les consta que hay movimiento de adquisiciones de viviendas para rehabilitarlas. Otro tema bien distinto es el tema de la seguridad y el vandalismo, pues han pasado de estar vigilados las 24 horas del día a quedarse vendidos como cualquier negocio en una plaza del centro que no es está de  paso. “Eso es con lo que estamos un poco más asustados, porque ya han entrado en dos casas desde que se fueron”.

Para evitar disgustos, van a reforzar la seguridad. “Antes nada más sabiendo que la comisaría estaba ahí, el que pasaba ya no se entretenía por aquí”. Esto ya no volverá a ocurrir, pero lo que esperan es que el edificio no sea carne de vandalismo y de okupas y recupere pronto la actividad. “Queremos que tenga vida, que no lo abandonen, que el centro está que da pena por todos lados. Se ha hablado de un parador nacional, de cederlos a asociaciones de vecinos, pero firmado no hay nada”, añade.

35 fotos de carné diarias

 Los otros vecinos del bar Mónica son el hotel Bellas Artes, que en breve abre sus puertas tras unas obras de mejora, una gestoría, un taller de relojería y un estudio de fotografía. Curioso es el caso de este último establecimiento, que cerró sus puertas el mismo día que la comisaría hizo el traslado, pero para seguir siendo su sombra  en esta nueva etapa en La Asunción. Ahora está en la calle Paquera de Jerez número 11, justo en un lateral de la comisaría, a la misma distancia que antes casi. “Me he ido detrás de ellos”, explica  Juan Joca, propietario de Foto Joca, que abrió sus puertas en El Arroyo hace 32 años.

Cuando por fin comenzaron las obras ni se lo pensó. Haciendo una media de 35 fotos de carné al día no podía perder su principal fuente de ingreso. “En cuanto empezó a hacerse el boquete para el nuevo edificio, me busqué el local -en propiedad- y lo he mantenido tres años cerrado hasta que han hecho el cambio”. Su mudanza fue paralela a la de los agentes. Ahora está encantado con la nueva ubicación, aunque aún esté en una época de transición y en estas primeras semanas la actividad haya bajado un poco. “Todavía hay gente que se pierde y se va a El Arroyo porque cuando pides cita en el DNI siguen mandando a la gente a la sede antigua, eso lo tienen que arreglar aún. Pero el cambio es positivo. Aquí puedes llegar desde los cuatro punto cardinales. El Arroyo es un embudo  y sin aparcamientos. Aquí está el Campus, los colegios, doy mucho más servicios que antes. He ganado con el cambio”, concluye.  

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