Catedrático de Filología Latina de la Universidad de Cádiz, de Letras “y a mucha honra”, acaba de ser nombrado Presidente Nacional de la Sociedad de Estudios Latinos, la que ha elevado a la Unesco la proposición no de ley aprobada por unanimidad en el Senado de España de nombrar al latín y al griego Patrimonio inmaterial de la Humanidad. O sea, una iniciativa en las antípodas del problema suscitado en la Universidad por la propuesta de los rectores de reducir los estudios de las materias de Humanidades porque tienen “poca salida laboral”.
José María Maestre Maestre tiene las cosas claras al respecto. Y no por ser hombre de Letras (“y a mucha honra”), sino por los perjuicios que acarrea una decisión puramente economicista en la formación integral de una persona. Sea de Letras o de Ciencias.
“Sólo cuando una universidad entra por la ruta del clientelismo y de la economía y no por la esencia del pensamiento y de la crítica, en el momento en que se confunden estas dos cosas tenemos el lío que se nos acaba de plantear ahora. Pensar que el empleo puede mejorarse si eliminamos un montón de titulaciones de eso que llamamos Humanidades. Cuando justamente debería hacerse lo contrario.
-¿Qué se está perdiendo la juventud que no estudia latín y griego simplemente porque están eliminando esas enseñanzas?
-Lo que se está perdiendo y lo que ya se podría perder del todo. En mi etapa joven y tengo ya 63 años, en mi etapa de catedrático de instituto, tuve la suerte de ver cómo había un latín para los chicos de Letras y para los de Ciencias porque se entendía que el latín amueblaba bien la cabeza y para que un chaval hablara bien el castellano con soltura. El latín sirve para conocer las palabras, conocer el vocabulario porque como dice mi maestro Juan Gil, lo que hacemos hoy es hablar un latín transformado. El castellano es eso y no podemos hablar el castellano bien si no conocemos n¡uestras raíces. Esa sería la gran pérdida de todo esto. Pero es que luego habría otras pérdidas peores que estas.
Tendemos a pensar que si quitamos el latín y el griego no perdemos mucho puesto que ya tenemos traducciones de todos los clásicos para qué queremos ya tanto latín y tanto griego. Gran error puesto que la generación de latinistas actualmente a los clásicos. Ya hubo una generación, la de Juan Gil, la de Díaz y Díaz… que comenzaron trabajando el Medievo porque se dieron cuenta de la cantidad de cientos de miles de documentos y crónicas latinas escritos en latín que nos dibujaban cuál era el panorama medieval no sólo de España sino de toda Europa.
Esa generación formó a una generación ulterior en la que yo ya estoy que se da cuenta de que desde el siglo XIV, cuando comienza el renacimiento en Italia hasta el siglo XX, el latín es la lengua de la élite cultural. No de los latinistas y de los helenistas, no; es que un matemático escribe en latín, un médico escribe en latín y desde la geografía, la teología pasando por la jurisprudencia… todo estaba en latín.
Esto es, que si elimináramos el latín y el griego tendríamos la desaparición radical de todo lo escrito desde el siglo XIV al siglo XX. Y no sólo en Europa como dije antes, sino que cuando llega la nave de Magallanes y le damos la vuelta al mundo, esa nave llevaba también las gramáticas latinas de ese momento, la de Nebrija entre ellas como la primera, como la latina de 1481. Porque la gente piensa que la de Nebrija fue la primera Gramática Castellana, en 1492, pero por encima de eso la Gramática Latina de 1481 que es la que se va a llevar incluso a América para que las lenguas indígenas se escriban tomándola como base, como se había hecho en Europa con el inglés y el alemán. En ese momento en el que Magallanes y Elcano dan la vuelta al mundo, el latín y en griego se extienden y al extenderse van a tener una vida muy fructífera que va a llegar a Japón, Filipinas, China… Lo que es la globalización como hoy la entendemos.
Eso no va a tener vida sólo hasta el siglo XIX y principios del XX, sino que en la actualidad hay una tradición clásica que no entenderíamos si esto se suprime. A la pregunta que se han hecho ahora sobre si debemos suprimir las carreras de Letras y no lo hablo por el latín y el griego que son lenguas vehiculares, lenguas de cultura, lo importante es que si se quita la Literatura, la Filosofía, la Historia… ¿qué queda del ser humano?
Evidentemente el mundo está avanzando de una manera muy clara en lo que es la robótica, lo que es ese mundo imaginario en el que el ser humano va a poder estar tranquilo porque las máquinas van a hacer el trabajo. Pero en el momento en tengamos que plantearnos la pregunta que ya se hacían los clásicos sobre qué tendremos, negocio o ocio, evidentemente nuestro negocio se habría acabado porque todos estaríamos en una situación de ocio, incluidos los ingenieros porque los robot en una, dos o tres generaciones, harán el trabajo de los ingenieros.
Sólo cabe hacer un negocio distinto que es potenciar el ocio de la Humanidad, lo que es las Letras. ¿Por qué? Porque un robot jamás podrá escribir un poema. Porque la Literatura, los sentimientos, las fibras de la imaginación, el poder la mente, de la retórica, de todo lo que es nuestro mundo y no digamos ya encontrar conceptos esquivos en el mundo de la filosofía para poder pensar qué es lo que tenemos o no tenemos, todo eso pertenece al ser humano, eso es lo que nos da la humanidad y eso es lo que tenemos que amueblar bien.
Mi llamada ahora, desde aquí y desde el propio campus de la Universidad de Cádiz donde mi rector Francisco Piniella, ha tenido a bien, nada más enterarse de la movida esta, salir a las redes sociales para decir que con él no cuenten. Es de agradecer que un rector, además de Ciencias, diga no.
Sé que estoy en una dialéctica de dureza, pero la tengo que tener no como catedrático de Filología Latina sino como presidente nacional de la Sociedad de Estudios Latinos y como persona que hablando con especialistas de otras naciones, vemos que esto que se ahora se dice está llegando a muchos sitios, incluso en América donde también se preguntan para qué sirve el latín y las Humanidades. Desde esa óptica ruego a los rectores que piensen profundamente lo que han dicho y que no olviden nunca que en la universidad no hay clientes; hay estudiantes. Y cuando hablamos de estudiantes hablamos de personas ya mayores, del que se afana por aprender una materia determinada, el que tiene una vocación para estudiar esto o aquello. Si lo que tenemos es estudiantes, tenemos que formarlos bien no sólo en Ciencias, sino en su integridad, en la crítica que confieren las Letras al pensamiento humano. Si eliminaran la Filosofía no quiero ni pensar qué clase de políticos tendríamos.
-Ni yo.
-Hago un llamamiento a todos los colegas de Letras de todas las disciplinas para que velen en sus respectivas universidades por el problema que acaba de plantearse. Y de tal suerte que si los rectores es cierto que van por ese camino, todo aquel que se empeñe en cruzar ese Rubicón, desde mi punto de vista debería dimitir, debería ser la comunidad universitaria la que le pidiera de inmediato que dejara ese cargo porque la universidad es algo mucho mayor que una Ingeniería, una Medicina. Y digo Medicina porque si nos ponemos a pensar en la utilidad de los propios hospitales, llegaríamos a pensar que no son rentables. ¿Cerraríamos los hospitales? ¿Cerraríamos los museos? De ninguna manera porque tenemos que entrar en un debate que Europa lo tiene desde hace mucho tiempo y que ahora va a llegar aquí, sobre la utilidad de lo inútil. Porque pudiera parecer que lo inútil es mucho más útil de lo que aparentemente podemos ni siquiera sopesar.
Como dice la escritora Irene Vallejo que ha creado una sociedad estupenda, la sociedad de Gente peligrosa, a los de letras “nos quieren quitar porque pensamos, somos gente peligrosa. Todos tenemos que luchar contra los nuevos bárbaros que están a punto de instalarse en la sociedad.
-Un entrevistado que estuvo en este programa me decía que el latín servía para, ente otras cosas, para saber que los de Cabra se llaman egabrenses. A la vez un médico me comentaba que entendían los nombres de los bichitos del cuerpo humano era porque habían aprendido latín.
-El departamento de Clásicas de la Universidad de Cádiz que tengo el honor de dirigir puso unas asignaturas de latín y griego para todos los alumnos de Ciencias, porque toda la nomenclatura científica de todas las disciplinas hunde sus raíces en el griego o en el latín y a veces formando unos neologismos mixtos de ambas lenguas. Desconocer eso es no enterarse de lo está estudiando.
-¿Por qué cree usted que se ha llegado a ese punto en el que los que deberían ser personas con visión de futuro como los dirigentes llegan a hacer leyes educativas que cambiar los siguientes por otra nueva? ¿Qué es lo que se ha hecho mal?
-Que se han confundido las churras con las merinas. Cuando la sociedad entra en problemas económicos, una crisis mundial, en vez de pensar desde perspectivas distintas, lo miramos sólo desde la perspectiva económica. Y ahí es donde perdemos el norte completamente. Las grandes empresas de todo muchos países, cuando tienen que elegir a sus ejecutivos y se presenta a esa plaza uno de Clásicas, tiene unas posibilidades enormes de salir. ¿Por qué? Porque el de Clásicas tiene muy bien amueblada la cabeza. Son personas que en lo que llamamos hoy la cultura de liderazgo son capaces de hablar, hacerse entender y crear puentes que es fundamental en los problemas que pueden surgir y tienen un orden lógico, lo que nosotros denominamos el orde rerum. Su pensamiento es totalmente claro a la hora de hablar, no puede perder la perspectiva, tiene que saber muy bien qué es lo que quiere decir, cómo quiere decirlo y en qué momento tiene que poner énfasis para decir eso. A esos políticos, a esos rectores que están diciendo estas cosas hoy en día, bien les valdría ir a unos cursos de latinidad, de literatura, de filosofía… para no decir cosas tan inútiles como esas que están diciendo.
-Si quitan las Humanidades puede que sólo nos quede el muro de Facebook que es como las paredes de Pompeya, como me decía el académico de la Lengua del que hablaba antes.
-Lo peor no es que salten hechas pedazos las redes. Los chavales tienen un disco duro como lo tiene el propio ordenador. Ese disco duro hay que llenarlo de conceptos, educarlo para que pueda pensar por sí mismo, ver los problemas y poder conectar distintas cosas que aparentemente las ve uno como separadas pero que luego se da cuenta de que están unidas. El disco duro de los estudiantes es lo que está ahora mismo en juego. Ni la ministra Celaá puede hacer una Ley ni los anteriores tampoco. Tiene que haber un pacto nacional urgente de todos los partidos políticos para ponernos de acuerdos los unos y los otros en de qué manera hay que educar a estos jóvenes que evidentemente están en una generación distinta de los que tenemos ya 62 ó 63 años, como es mi caso. Las redes sociales, cómo nos hubiera gustado tenerlas; los viajes al extranjero que abren muchísimo la mente, cómo nos hubiera gustado tenerlos… Pero estos jóvenes que tienen una destreza en estos puntos fuertes, sin embargo al entrar en las redes también se enfrentan a unos problemas tremendos. Entre otras cosas el empobrecimiento de la comunicación. Con tres palabras no está dicho todo, no basta con poner simplemente una imagen, sino saber utilizar esa imagen conectándola con los demás. Lo que tiene que tener claro la clase política es que hay que hacer una Ley de Educación, pero no una ley de un partido político.
-Pues también me decían -yo me dedico a preguntar a la gente- que si los docentes se pusieron a hacer una ley de educación tampoco se pondrían de acuerdo.
-Puedo estar de acuerdo, pero lo que no puede hacerse es que la Ley de Educación de Primaria y Secundaria y la Universitaria se haga sin que los profesionales de la Educación conozcan, les pregunten y digan cuáles son los problemas que detectan. La Ley pueden hacerla los políticos pero escuchando a la comunidad científica.
-Los políticos están más preocupados por la ideología que por la docencia a la hora de hacer una Ley de Educación. Todo va encaminado a crear votantes que vayan directamente a las urnas con la papeleta que ellos quieren.
-Estoy de acuerdo pero es un claro error. Es lo que se pretende a nivel mundial porque el político de turno lo que quiere es una juventud que vaya en una línea determinada. Yo pertenezco a la generación que desafortunadamente tuve que estudiar Formación del Espíritu Nacional, que era un disparate y había que quitarlo. Pero de la misma manera que había que quitar aquello hay que quitar de la educación cualquier planteamiento político que vaya en una dirección o en otra. Estoy totalmente de acuerdo en que hay que enseñar valores éticos universales que no tienen etiqueta política de ningún tipo. La ética no tiene color ninguno; la ética es ética. No podemos entrar o no debemos entrar diciendo la verdad es ésta o lo que pasó o no pasó porque eso pertenece al ámbito de la Historia y consideraciones que podrán ser vistas de formas muy distintas. Lo que hay es que explicar y que la persona, cuando tenga la formación suficiente pueda hacer derivaciones en un sentido o en otro. Pero nunca entrar por la puerta de adoctrinar.