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Desigualdad en Salud para las mujeres

Tribuna de la Coordinadora Andaluza de Mareas Blancas por el Día Internacional para la eliminación de las violencias contra las mujeres

Publicado: 22/11/2020 ·
12:35
· Actualizado: 22/11/2020 · 12:35
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  • La Marea Blanca volverá a echarse a la calle en Cádiz, Sevilla, Málaga y Granada este domingo. -

Si bien la Salud como derecho fundamental está recogido en nuestra Constitución y reconocido mundialmente por numerosos organismos internacionales (OMS, ONU...), el ejercicio efectivo de éste derecho aún constituye un reto importante para las mujeres.

Los derechos humanos para las mujeres, en especial la vida libre de violencia y los derechos sexuales y/o reproductivos, son frecuentemente postergados por quienes detentan el Poder.
Desde la Coordinadora Andaluza de Mareas Blancas (CAMB) pretendemos formar parte de una construcción colectiva que enfatice  en el desarrollo de la reflexión y el cuestionamiento de mecanismos efectivos que exijan el cumplimiento de los derechos humanos en igualdad y el derecho a la salud como un sistema de atención pública, universal y de calidad, eje esencial de políticas públicas que garanticen los derechos en igualdad de acceso de toda la población sin distinción de sexo, raza, etnia, nacionalidad, clase social o territorio de residencia.

Desde la CAMB queremos poner el foco en éste día 25-N sobre las desigualdades en salud que sufren las mujeres por el sesgo de género existente aún en nuestra Sistema de Salud.
La escasa existencia de análisis e investigaciones desagregadas por sexo en el ámbito de la salud, conduce a que tengamos menos estudios sobre la desigualdad de oportunidades en el acceso a los servicios sanitarios entre hombres y mujeres.

La idea socialmente admitida de que la salud de las mujeres equivale a su salud reproductiva (existencialismo biológico) nos demuestra las limitaciones que soportamos para el total de problemas de salud no reproductiva.
La ciencia sigue considerando que estudiar el cuerpo masculino es sinónimo del estudio al "ser humano", un modelo androcéntrico que acarrea graves consecuencias para más de la mitad de la población mundial.
Las mujeres somos afectadas de forma diferente a los hombres y por distintos tipos de enfermedades, por eso necesitamos estudios, prevención, diagnósticos y tratamientos diferenciados, en definitiva, una atención diferenciada.

El sesgo de genero existe incluso en la salud reproductiva : en la terapia hormonal sustitutiva (asociada a cáncer y a incidentes cardiovasculares), excesiva medicalización de procesos biológicos naturales en la mujer (menopausia, osteoporosis, embarazo, parto), IVE, tratamiento del Síndrome de deseo sexual inhibido.

La responsabilidad de la planificación familiar sigue recayendo en las mujeres.

La desigualdad de género afecta principalmente al ámbito de la investigación. La gran mayoría de los trabajos de investigación excluyen en los ensayos clínicos a las mujeres por su salud reproductiva, éste hecho condiciona el conocimiento necesario sobre las patologías que padecemos y sus tratamientos específicos, poniendo en riesgo la salud y la calidad de vida para las mujeres. Aunque desde 2007 la "Ley para la igualdad efectiva de las mujeres", recoge en su artículo 27 la integración de principios de igualdad en políticas de salud y la "Agencia española del medicamento y productos sanitarios" desde 2008 recoge ésos principios, de igual forma que el "IV Plan Andaluz de Salud" (2013-2020) trabaja para disminuir las desigualdades de género en salud, la realidad es bien tozuda y nos demuestra que a día de hoy las Ciencias de la Salud no incorporan la perspectiva de género ni en sus asignaturas ni en la práctica profesional diaria. Infravaloradas por la Ciencia e infradiagnosticadas por un sistema sanitario que sigue perpetuando estereotipos y rol de género, que nos condena a una vida menos digna, con dolencias crónicas incapacitantes y sufrimiento evitable, primando una atención orientada a la excesiva medicalización, asentando la creencia de factores psicológicos lo que son síntomas físicos de un malestar emocional, reflejo de los condicionantes socio-económico-ambientales y culturales que soportamos (mayor  precariedad laboral, coste personal de los cuidados, brecha salarial, doble jornada laboral, hogares monomarentales, pensiones de viudedad y no retributivas que abocan a la pobreza, hábitos de vida asociados al rol de género y a la división sexual del trabajo que conduce a la feminización de la pobreza...).

La evidencia científica y el estudio de sesgo de género demuestran que se realizan más esfuerzos diagnósticos y terapéuticos cuando el paciente es un hombre que cuando es una mujer (más ingresos hospitalarios y pruebas diagnósticas especializadas, menor tiempo de espera, mayor tiempo en rehabilitación...). Incluso está documentado que a las mujeres con trabajo remunerado se les concede menos bajas laborales por incapacidad laboral que a los hombres, reflejo de que la percepción subjetiva de las/os profesionales sanitarios no valora de igual forma el riesgo de padecer una enfermedad en la mujer que en el hombre.

Según la "Plataforma de organizaciones de pacientes" (POP) el tiempo mínimo para obtener un diagnóstico se duplica para las mujeres (3,2 años para obtener un diagnóstico de dolencias para los hombres, frente a los 6 años en mujeres). Ésta tardanza provoca que se agraven las patologías y/o se sumen otras, el grave retraso en el tratamiento y peor resultado en la mejoría, empeorando la calidad de vida de las pacientes y generando un sufrimiento evitable.

Claro ejemplo de la importancia de realizar análisis y estudios desagregados por sexo y la influencia sobre la salud que ejerce el rol de género, lo vemos en el terreno de las afecciones cardiovasculares (pioneras en investigar las desigualdades por sexo): ante la presentación de un infarto agudo de miocardio, dónde las mujeres presentaban síntomas más graves al ingreso (14% en hombres frente al 21% en mujeres) se observó un mayor esfuerzo terapéutico hacia los hombres, con un acceso a UCI en hombres del 90% frente al 75% en mujeres, aplicando trombolisis al 33%de hombres y un 24% a mujeres, angioplastias aplicadas a hombres en un 48% y a mujeres sólo un 29% y cateterismo realizado al 10% a hombres frente al 6% de mujeres.

La "Sociedad Europea de Cardiología" en 2006 público un informe con datos sobre las causas de muerte por sexo en todos los países de la UE, donde se observa que las mujeres mueren más que los hombres por afecciones cardiovasculares. 

Durante más de 20 años se han ido engrosando las publicaciones científicas sobre el sesgo de género en la Salud, por lo que no se puede argumentar desconocimiento sobre el tema, más bien podemos atribuir tanto al ámbito de la formación universitaria como al de la práctica profesional, no estar dando cabida a éstos contenidos.
En éstos últimos meses hemos comprobado cómo la pandemia ocasionada por el Covid-19 ha afectado mayoritariamente a mujeres, que han sido la fuerza laboral enfrentada en primera linea de lucha contra la pandemia. Mujeres que siguen siendo mayoría en empleos relacionados con los cuidados : profesionales sanitarias en hospitales y residencias, atención a la dependencia. El 76% de afectados entre profesionales sanitarios ha recaído en las mujeres.

La ONU recuerda a España, en un informe detallado, que las mujeres representan más el 70% del personal laboral sanitario y del sector de los cuidados. Dicho informe recoge también que las mujeres realizan tres veces más trabajo NO remunerado que los hombres, con el consiguiente perjuicio en su salud y desgaste en el desarrollo personal y profesional que conlleva.

Nuevamente comprobamos que las palabras de Simone de Beauvoir siguen más vigentes que nunca : 

"No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Éstos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida."

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