Pocos imaginaban que en pleno siglo XXI fuera objetivo del interés de medios de comunicación nacionales e, incluso, apareciera en series de investigación de multinacionales del suministro de contenidos audiovisuales. Tiene sus detractores, pero también legión de partidarios, como demostró en 2015, y fundamentalmente en 2019. Comparte apellido con el dictador, pero no solo. Se llama Juan, y es alcalde de La Línea. Reclama una figura administrativa (ciudad autónoma) que ayude al municipio linense y, por extensión, al Campo de Gibraltar a superar sus problemas estructurales.
El otro Franco, el que disfrutó del Pazo de Meiras, también planteó algo similar a través de Fernando Castiella, su ministro de Asuntos Exteriores, quien propuso la creación en 1968 de la provincia de Gibraltar, que tendría un gobernador llanito y abarcaría todos los municipios del Campo de Gibraltar, incluido el Peñón.
Que me disculpe el regidor linense porque las comparaciones son odiosas, y ésta sin duda es hasta ofensiva; aunque en el fondo subyace que las generaciones y los sistemas políticos pasan y los problemas permanecen en esa zona geoestratégica. En una entrevista concedida al informativo Noticias 7 de 7TV Andalucía, Franco -el de Netflix- comprende que entre Brexit y pandemia no es momento de hablar de estas cosas. No está el horno para bollos, pero con su iniciativa reclama la atención, como en su día hizo Castiella y en los noventa el andalucista Patricio González con su bandera de la novena provincia.
El alcalde linense cuenta con un respaldo ciudadano tan brutal -hace más de un año consiguió 21 de los 25 concejales del Consistorio bajo las siglas de una formación independiente- que está legitimado a plantear soluciones para su pueblo, más allá del despliegue realizado por el Ministerio del Interior en la lucha contra los tráficos ilícitos. El Brexit, sea cual fuere la situación a partir del 1 de enero, es una oportunidad histórica para que las administraciones fijen sus ojos en esta comarca, y el Ministerio de Exteriores, a través del diálogo, logre un acercamiento al pueblo gibraltareño tras años de bandazos en una política diplomática errante.