“la estadística es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno”. Esta cita atribuida a George Bernard Shaw, escritor y socialista irlandés, nos recuerda la trampa que encierran las estadísticas, que nos hablan del trazo grueso, incluyéndonos a todos en un mismo universo, cosa absolutamente distante de la realidad, porque como es sabido, hay otros mundos y están en éste.
Como la cifra de parados, que ha llegado a la preocupante cifra de 3.923.603, muy cerca del umbral psicológico de los cuatro millones. Preguntados además por el CIS, los españoles sitúan el paro como el principal problema del país, con un porcentaje de más del 78%, si bien cuando se les pregunta por si ese problema les afecta directamente, ese porcentaje desciende al 39%.
El drama que representa para cada una de las personas que buscan empleo y no lo encuentran es indudable, pero si nos quedamos sólo en las cifras no entenderemos mucho. Es necesario, por ejemplo, analizar la estructura social que con crisis o sin crisis permanece igual.
Los últimos datos que se publicaron nos dicen que el salario bruto medio gira en torno a los 19.600 euros, un 25% menos si son mujeres, un 32% menos para los empleados eventuales, un 200% más en el caso de los directores de empresas. En cuanto a los directivos y consejeros, simplemente se salen de la estadística, concretamente los directivos de las compañías que forman parte del Ibex 35 ganaron 17 veces más que los empleados de estas compañías, es decir, que mientras un directivo ganó 638.442 euros brutos, la media anual por trabajador en las firmas del Ibex fue de 37.173 euros. La desproporción es mucho mayor cuando se mira a los gigantes de la Bolsa española. En el Santander, por ejemplo, sus 23 directivos ganaron de media más de tres millones de euros, frente a una retribución de menos de 50.000 euros para la plantilla del banco.
El temor a perder el empleo se ha extendido, pero seríamos más precisos si dijéramos que dicho temor se ha extendido entre el abultado sector de trabajadores precarios. En cambio, para los tres millones de funcionarios, el temor es a que le rebajen el plus de productividad o no le suban el sueldo. Y si hablamos de los excluidos esto de la crisis es una realidad cotidiana desde hace mucho tiempo. Si bien es cierto que se han ido sumando más personas. Hasta 600.000, según denuncia Cáritas en su último informe, necesitan ayuda para subsistir, lo que representa un incremento del 50%
No poder acceder a una vivienda es la pesadilla de muchas personas, especialmente los jóvenes (y no tan jóvenes), que tendrían que ganar más del doble de su sueldo para comprar una vivienda. Para los que ya ingresamos en el club de hipotecados, la cosa cambia, el temor entonces es perder la vivienda que aún es del banco. El nivel de endeudamiento hipotecario de las familias, asciende a 665.107 millones de euros, cifra abultada que sin embargo es la más baja desde 1995. Pero no todo son apuros, un 20% tiene una segunda vivienda y tres millones de pisos están vacíos.
Las estadísticas, siempre frías, nos llegan más cuando hablan sobre nuestros empleos, salarios o viviendas. En cambio, cuando hablan de la deuda pública, no parece que nos demos por afectados. De otro modo no se explica cómo es que no levanta una sublevación popular al dato de que los ayuntamientos, por una mala gestión acumulada durante años, adeudan 32.030 millones de euros, 556 euros por persona.
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