Con motivo de la emisión del programa ‘Imprescindibles’ de La 2 de TVE dedicado a Terremoto de Jerez, se me ha venido a la memoria una frase que se me quedó grabada hace unos meses. Luego lo explicaré. Este documental, dirigido por Álvaro Mayoral (Flamencrew Producciones), se estrenó de forma estelar el pasado mes de septiembre con motivo de la programación que organizó la Cátedra de Flamencología y Estudios Folclóricos Andaluces de Jerez que sirvió para conmemorar el cuarenta aniversario de la muerte de este genio del cante gitano.
Tuvo en su momento una gran repercusión y contó con la aceptación de todos los que presenciaron tal acontecimiento. En la noche del domingo fue visto por 290 mil personas y las redes sociales fueron el reflejo de la emoción que causó el programa.
Para muchos de los que se sumaron al viaje por la vida de Fernando Fernández Monje, que falleció después de cantar en el festival de Ronda del año 1981, supuso una sorpresa conocer determinados detalles del perfil personal y artístico de quien marcó un estilo más que aplaudido en su época y envidiado (e inexistente) en la actual.
Fueron determinados familiares, artistas y estudiosos de la materia los que intervinieron a lo largo de los 69 minutos de duración, caso de Manuel Ríos Ruiz, José María Velázquez-Gaztelu, Romerito, Manuel Morao, Vicente Soto, José Menese, sus hijas Luisa y Juana… testimonios francamente acertados en cuanto al conocimiento y las vivencias compartidas con Terremoto.
Al hilo de ese aniversario, la Peña Flamenca Tío José de Paula incluyó en su Curso de Enseñanza de Cante Flamenco del pasado mes de noviembre la tertulia ‘Terremoto de Jerez, cuarenta años de su adiós’, de la que formaron parte Manolo Moreno Román (también deja sus declaraciones en el documental) y Diego Vargas, además de quien escribe estas líneas. Manolo expuso su visión sobre Fernando como persona, como padre, como vecino del barrio de La Asunción donde compartieron sus grandes últimos momentos. Diego, por su parte, como gitano del barrio de Santiago de Jerez cercano a su generación, dio buena cuenta del contexto histórico, social y cultural en el que nace Fernando.
Ahí, Diego demostró absoluta sensibilidad y nostalgia, recordando que Santiago era una fiesta en la que a veces se lloraba, barrio en el que las familias compartían lo poquito que había desde la gracia y el ánimo de superación ante la vida. “El cante de Fernando era el reflejo más fiel de lo que era la Calle Nueva”, decía entonces Diego. El eco y metal de Fernando es incomparable, nadie lo tuvo y nadie lo tendrá, aunque lógicamente sus descendientes mantienen la esencia.
La muerte de Fernandito (febrero de 2010) dejó la saga bastante tocada. Nada hacía prever que años después saldría a la luz la garganta de María, quien cierra el documental cantando por seguiriyas de forma doliente y trágica provocando el llanto de los que la escuchaban en directo y de los que lo vimos en televisión.
