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El cementerio de los ingleses

Gargamel Claros contra las Pitufinas

Es lógico que el retorno del servicio a la gestión municipal directa, de donde nunca debió salir, se haga de forma paulatina

Publicado: 01/10/2022 ·
20:14
· Actualizado: 01/10/2022 · 20:14
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Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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En la aldea pitufa vuelven a sonar los tambores de guerra. Cuando parecía que la remunicipalización del Servicio de Ayuda a Domicilio pondría fin al conflicto laboral que se inició cuando las «pitufinas» (así llamadas por sus camisetas turquesas) denunciaron el impago de las horas de formación, el inclumplimiento de la subida salarial del 4,5% pactada con el Ayuntamiento de San Fernando (y pagada por el mismo), no haber recibido los EPI requeridos (y pagados por el Consistorio) y toda la ristra de incumplimientos que todos ustedes saben. No hay que olvidar, permítanme que insista, que Claros SCA había aceptado estos puntos del convenio que se venían incumpliendo y cobrado por llevarlos a cabo. Dicho de otro modo, esta empresa (diremos que presuntamente, no vaya a ser...) estaba aumentando sus beneficios a costa de incumplir los compromisos municipales para con la plantilla.

Es lógico que el retorno del servicio a la gestión municipal directa, de donde nunca debió salir, se haga de forma paulatina. La empresa debe cubrir el servicio hasta que el procedimiento culmine y la remunicipalización sea un hecho. Sin embargo, esto está dando lugar a la situación que ahora denuncian las trabajadoras: las represalias de la empresa contra la plantilla que desempeña ese servicio de asistencia a nuestros mayores y personas dependientes. Según denuncian las «pitufinas» por boca de su representante Mariola Quesada, se ha degradado sin motivo a dos personas encargadas de la coordinación. Cosa harto curiosa, cuando esos puestos se les dieron como premio al buen desempeño en su trabajo. Ahora, parece ser que la empresa las culpa de la situación a pesar de haberlas sobrecargado de trabajo mediante la realización de funciones que no les correspondía llevar a cabo. Además, una de las socias fundadoras de la empresa, Joaquina Pascual «Quina», se ha desplazado a nuestra ciudad para encargarse de estas represalias. Supuestamente venía a mejorar las condiciones, pero grabar con el móvil a las trabajadoras que se concentraron frente a la sede de la empresa no parece que solucione mucho. Algo que, creo, viene siendo como decir «ojito con lo que hacéis, que me he quedado con vuestras caras». Matonismo de instituto.

Culpar a la coordinación del mal funcionamiento y los incumplimientos por parte de la empresa no deja de ser buscar chivos expiatorios para ocultar que alguien, como ya dije alguna vez, podría estar forrándose tomándonos a todos por idiotas. Se han cobrado unas partidas que no se han usado para lo que tenían que cubrir. Se ha negado un

convenio justo a las trabajadoras que, no lo olvidemos, no trabajan con sacos de patatas ni fabrican tornillos; trabajan con seres humanos que necesitan asistencia. Ahora que eso se está corrigiendo, la empresa señala a las trabajadoras y castiga su lucha por defender lo que es suyo. Dicho de otro modo: imaginen que compramos cinco kilos de patatas, nos dan cuatro kilos cobrándonos el mismo precio y, cuando se descubre la estafa, el tendero culpa a la báscula y la rompe. En este caso, la empresa pretende romper la báscula de unas trabajadoras que han sido capaces de llevar a cabo una vigilia de protesta sin descuidar a sus usuarios. Con lo fácil que habría sido cumplir con las condiciones y hacer las cosas bien.

Como pasaba en la mítica serie, Gargamel Claros volverá a fracasar. Primero, porque nadie del sector político va a querer ser Azrael, el gato del villano. De hecho, al César lo que es del César, se está haciendo lo posible por contener esta situación. Por otra parte, porque su tiempo al frente del Servicio de Ayuda a Domicilio se está agotando. Y tercero, porque a las «pitufinas» no hay quien las amedrente. Ya han ganado una vez y volverán a hacerlo. Lo preocupante, mientras, es lo que tienen que pasar las personas represaliadas mientras se soluciona todo esto. Pero todo se arreglará. Cuando la clase obrera se organiza y lucha, los malos nunca ganan. Y estos, con actitudes mafiosas más propias de otros tiempos, son «más malos que la Quina».

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