El árbol de Navidad

Estos días, los tutoriales con ideas navideñas copan nuestras pantallas. En realidad, llevan semanas seduciéndonos con detalles curiosos y animándonos a realizarlos por poco dinero e incluso con elementos que tenemos en casa. Cajas de cartón o las apilables de frutas y verduras, por citar unos ejemplos, pueden llegar a convertirse con paciencias y adornos propios en cofres exclusivos, en una mesa estilosa con estantes donde colocar la ropa doblada o en contenedores de madejas de hilo y lana, este último pensado por cuantos gustan de coger las agujas de punto o el ganchillo, una modalidad que ha alcanzado su punto más alto este verano en cuanto a tendencia se refiere. Por razones de moda, hemos visto trabajos increíbles no solo en prendas de vestir.
Desde hace tiempo llegaban al móvil los lógicos colgantes navideños, bolas, lazos y ángeles. De hecho, los árboles cambiaron sus destellos brillantes por el hilo blanco, dándoles un toque nevado, distinto y muy estiloso. Ahora ha sido él quien ha salido de la casa para erguirse en las plazas de las poblaciones más pequeñas de nuestra geografía, una labor de equipo que lleva varios años realizándose y de la que sabíamos de pasada, si bien las redes las han puesto a navegar dándoles el lugar merecido por derecho.
Una de las primeras imágenes recibidas fue a primeros de este mes, concretamente la de Muñás de Arriba, en Asturias, donde un grupo de mujeres hicieron un árbol de dos metros con unas setenta madejas de lana, un trabajo que estuvo listo en un par de meses y que luce para todos cuantos se acercan adornado con pompones. A partir de entonces,se suceden enlaces por esos momentos donde la necesidad nos obliga a mirar el móvil y en cuanto aparecen, la curiosidad hace del dedo el resorte para desplegar en la pantalla el testimonio vivo de un trabajo en equipo digno de elogio.  Hace un par de días nos sorprendió la noticia referente a veinte plazas hermoseadas por estos árboles,hechos con hebras de lana entretejidas con miles de historias, por tanto, no es solo una labor de paciencia, sino de compañía, tradición y complicidad. Será el sentimiento de sus artífices, mujeres y hombres que decidieron regalar parte de su tiempo a un trabajo entrañable y ahora inmortal. Una iniciativa de la que, seguro, se ha tomado nota para el futuro por centros de educación, asociaciones y barrios de poblaciones mayores. Una forma de pasar el rato dándoles uso a las lanas sobrantes tejiéndolas a las horas, manteniendo a raya al estrés. Feliz Navidad con colores.