Un documento ansiado, el Pepch de El Puerto
El equipo de Gobierno y TyC han cumplido con la oferta realizada en las elecciones municipales de 2007
Si bien es cierto que el PGOU es un documento fundamental para nuestro desarrollo, con un ámbito de actuación mucho mayor que el Pepch y por tanto una repercusión en nuestra economía también muy superior, si hay un documento que parece haber despertado el interés y la curiosidad o más allá de la misma el ansia por conocer, éste es el Plan de Protección del Casco o Conjunto Histórico.
Y si el PGOU está ciertamente limitado, en cuanto a nuestra capacidad de proposición de ordenación y planeamiento, por la legislación y normativa autonómica, el Pepch está constreñido por una cantidad de factores muy superiores a éstos. La filosofía con que se ha encarado la redacción del Pepch es novedosa pero no rompedora, permite usos pero no modifica apenas las tipologías, moderniza las bodegas pero no elimina elementos relacionados con la historia y la idiosincrasia de El Puerto.
Si bien no deja de ser complicado, porque hay un punto de incompatibilidad entre el romanticismo preconizado desde algunas plataformas conservacionistas y la revitalización que se persigue para el casco histórico, entrelazar todas estas cuestiones con el conocimiento -que los urbanistas han adquirido con los años y las experiencias en otros conjuntos históricos- de los elementos que imposibilitan la vida de las calles como la proliferación de grandes muros, un número excesivo de garajes privados, usos limitados en horarios como bancos o administraciones públicas, por configurar travesías que se hacen eternas para el viandante…
A la ordenación de nuestro casco histórico hay otras cuestiones que añadir como la enorme cantidad de edificios catalogados, con distinto nivel de protección, pero que atenaza las posibilidades de actuación, así como la protección arqueológica que al concepto tradicional une la llamada arqueológica emergente, referida a los edificios. La aplicación a todos estos conceptos de las ‘nuevas’ ideas sobre movilidad, contaminación ambiental, comercio, ocio… son cuestiones que son indispensables barajar en la redacción del Pepch, que pasa de esta manera a denominarse Pepyrich, Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Conjunto Histórico.
Porque ciertamente es esto lo que queremos hacer con el Casco Histórico, una reforma interior, con una actuación que denominaría de ‘cirujanos’ por todos los condicionantes anteriormente expuestos. Creo que todos los portuenses queremos volver a ver vida en las calles del centro, personas paseando, niños jugando, actividad de toda clase… pero sin que deje de ser nuestro casco histórico, sin que pierda esa distinción que lo llevó a ser declarado Bien de Interés Cultural a pesar del tiempo que hacía que ya no éramos la ciudad de los cien palacios. Si miramos hacia ciudades vecinas y luego volvemos la vista hacia nuestras calles, no hay duda de que aún conservamos en muchísimas calles el aire, la esencia, de un rincón único en la Bahía, basta pasear por Santo Domingo, Federico Rubio, Cruces, Palacios, Micaela Aramburu, Plaza de España, Postigo, San Juan… para comprobar que El Puerto es diferente, es propio, es único y que, si bien esas calles también necesitan más vida, no puede dárseles ésta en detrimento de su semblante.
Como señalaba al principio, somos conscientes de que son muchos los portuenses agrupados o no en asociaciones o plataformas, los que están expectantes y más aún con gran cantidad de propuestas e ideas para el casco histórico. Y que éstos mantienen lo que antes denominaba ‘un punto de incompatibilidad’ con muchos particulares o promotores, dueños de fincas o bodegas, que también están expectantes y con ideas de actuación en el mismo ámbito. Ambos tienen ya una propuesta sobre la mesa que estudiar.
Una propuesta realizada desde el conocimiento profundo de la legislación sobre Patrimonio, desde el conocimiento de las ofertas de ambas sensibilidades, desde el conocimiento de la evolución de los conjuntos históricos tras la intervención urbanística.
La ciudad, El Puerto de Santa María, quería tener ya esta propuesta. Podríamos haber constituido mesas de trabajo que formalizaran esa participación previa, si bien no sólo se han mantenido reuniones a lo largo de estos meses y se han recabado informes y opiniones, sino que en las propias mesas de participación del PGOU se recogieron ya una gran cantidad de propuestas y sugerencias sobre el Casco Histórico.
Por eso nos hemos sentido suficientemente respaldados y capacitados para presentar conclusiones en un documento, que deberá recibir su aprobación inicial en las próximas semanas, que se expondrá a los portuenses por el tiempo que determine la Corporación municipal y que estará sujeto a las contribuciones concretas y definidas que son las alegaciones.
El equipo de Gobierno liderado por Enrique Moresco, y el equipo redactor que contrató para los trabajos del PGOU y del Pepch, ha cumplido con la oferta que en las elecciones municipales de 2007 hizo a todos los portuenses de poner orden en la ciudad. Para ello, hemos tenido que afrontar la redacción de todos los documentos principales y primordiales de planeamiento casi desde cero, pero nos acercamos a la conclusión de este mandato habiendo ofrecido a los portuenses participación y eficacia. Estoy convencida que, igual que no lo hizo el PGOU, el Pepyrich tampoco va a defraudar sino que -también igual que el PGOU- va a devolver la ilusión y la confianza de los portuenses en sus posibilidades y su futuro.
Y si el PGOU está ciertamente limitado, en cuanto a nuestra capacidad de proposición de ordenación y planeamiento, por la legislación y normativa autonómica, el Pepch está constreñido por una cantidad de factores muy superiores a éstos. La filosofía con que se ha encarado la redacción del Pepch es novedosa pero no rompedora, permite usos pero no modifica apenas las tipologías, moderniza las bodegas pero no elimina elementos relacionados con la historia y la idiosincrasia de El Puerto.
Si bien no deja de ser complicado, porque hay un punto de incompatibilidad entre el romanticismo preconizado desde algunas plataformas conservacionistas y la revitalización que se persigue para el casco histórico, entrelazar todas estas cuestiones con el conocimiento -que los urbanistas han adquirido con los años y las experiencias en otros conjuntos históricos- de los elementos que imposibilitan la vida de las calles como la proliferación de grandes muros, un número excesivo de garajes privados, usos limitados en horarios como bancos o administraciones públicas, por configurar travesías que se hacen eternas para el viandante…
A la ordenación de nuestro casco histórico hay otras cuestiones que añadir como la enorme cantidad de edificios catalogados, con distinto nivel de protección, pero que atenaza las posibilidades de actuación, así como la protección arqueológica que al concepto tradicional une la llamada arqueológica emergente, referida a los edificios. La aplicación a todos estos conceptos de las ‘nuevas’ ideas sobre movilidad, contaminación ambiental, comercio, ocio… son cuestiones que son indispensables barajar en la redacción del Pepch, que pasa de esta manera a denominarse Pepyrich, Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Conjunto Histórico.
Porque ciertamente es esto lo que queremos hacer con el Casco Histórico, una reforma interior, con una actuación que denominaría de ‘cirujanos’ por todos los condicionantes anteriormente expuestos. Creo que todos los portuenses queremos volver a ver vida en las calles del centro, personas paseando, niños jugando, actividad de toda clase… pero sin que deje de ser nuestro casco histórico, sin que pierda esa distinción que lo llevó a ser declarado Bien de Interés Cultural a pesar del tiempo que hacía que ya no éramos la ciudad de los cien palacios. Si miramos hacia ciudades vecinas y luego volvemos la vista hacia nuestras calles, no hay duda de que aún conservamos en muchísimas calles el aire, la esencia, de un rincón único en la Bahía, basta pasear por Santo Domingo, Federico Rubio, Cruces, Palacios, Micaela Aramburu, Plaza de España, Postigo, San Juan… para comprobar que El Puerto es diferente, es propio, es único y que, si bien esas calles también necesitan más vida, no puede dárseles ésta en detrimento de su semblante.
Como señalaba al principio, somos conscientes de que son muchos los portuenses agrupados o no en asociaciones o plataformas, los que están expectantes y más aún con gran cantidad de propuestas e ideas para el casco histórico. Y que éstos mantienen lo que antes denominaba ‘un punto de incompatibilidad’ con muchos particulares o promotores, dueños de fincas o bodegas, que también están expectantes y con ideas de actuación en el mismo ámbito. Ambos tienen ya una propuesta sobre la mesa que estudiar.
Una propuesta realizada desde el conocimiento profundo de la legislación sobre Patrimonio, desde el conocimiento de las ofertas de ambas sensibilidades, desde el conocimiento de la evolución de los conjuntos históricos tras la intervención urbanística.
La ciudad, El Puerto de Santa María, quería tener ya esta propuesta. Podríamos haber constituido mesas de trabajo que formalizaran esa participación previa, si bien no sólo se han mantenido reuniones a lo largo de estos meses y se han recabado informes y opiniones, sino que en las propias mesas de participación del PGOU se recogieron ya una gran cantidad de propuestas y sugerencias sobre el Casco Histórico.
Por eso nos hemos sentido suficientemente respaldados y capacitados para presentar conclusiones en un documento, que deberá recibir su aprobación inicial en las próximas semanas, que se expondrá a los portuenses por el tiempo que determine la Corporación municipal y que estará sujeto a las contribuciones concretas y definidas que son las alegaciones.
El equipo de Gobierno liderado por Enrique Moresco, y el equipo redactor que contrató para los trabajos del PGOU y del Pepch, ha cumplido con la oferta que en las elecciones municipales de 2007 hizo a todos los portuenses de poner orden en la ciudad. Para ello, hemos tenido que afrontar la redacción de todos los documentos principales y primordiales de planeamiento casi desde cero, pero nos acercamos a la conclusión de este mandato habiendo ofrecido a los portuenses participación y eficacia. Estoy convencida que, igual que no lo hizo el PGOU, el Pepyrich tampoco va a defraudar sino que -también igual que el PGOU- va a devolver la ilusión y la confianza de los portuenses en sus posibilidades y su futuro.
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