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El pobrecito hablador

Muy Ilustre Hermandad del Mitad Doble y el Pitufo Mixto

El hecho de que el Consistorio sea más flexible con los hosteleros no sé realmente qué significa ni que alcance puede tener

Publicado: 23/03/2023 ·
09:22
· Actualizado: 23/03/2023 · 09:23
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  • Montaje de las tribunas del recorrido oficial. -
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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Ya sólo faltan unos quince días para que la Semana Santa transforme la ciudad, y de ser un lugar abierto y hospitalario se convierta en una jaula que separa al ciudadano de a pie del sentado, una barrera sin fin que impide la mezcla de los que pueden de los que no. Porque ya se sabe que en la mezcla está el peligro, que se empieza así y se termina echando cuscús a los espetos.

Volveremos a hablar de aforamiento de calles, concepto que el resto del año desaparece, de las verjas que separan al pueblo de sus imágenes. Evidentemente, cualquiera es libre de ver a los titulares de las cofradías en otros puntos de la ciudad, pero eso no debe ser eximente para que el malagueño de a pie tenga el derecho de verlos sin sentirse protagonista de una fuga de Alcatraz o de Prison Break.

Para remate, el hecho de que el Consistorio sea más flexible con los hosteleros no sé realmente qué significa ni que alcance puede tener. Visto el caso de la Cofradía del Mutilado, que ha tenido que cambiar su horario y alterar su recorrido tras hacer estación de penitencia en la Catedral, quizás esa flexibilidad resida en la potestad de los hosteleros de esta ciudad de alterar trayectos, horarios de salida y de recogida de las cofradías de la ciudad. Habría que recordar que el protagonista es la Semana Santa, y de ella se nutren los hosteleros, y no al revés. Que ya de por sí es complicado pasear por el centro sin tener que hacer un ejercicio de slalom entre mesas, veladores, toldos y terrazas para que se complique aún más en la semana grande de la ciudad.


La Semana Santa no está al servicio, ni de hosteleros ni del Ayuntamiento. Tampoco es la gallina de los huevos de oro, ni debe serlo. Que se haga negocio a partir de su celebración es una cosa, y que se piense en ella como puramente un negocio es otra. A este paso, corto y mecido, en el que vamos desnaturalizando el objetivo de estos días, con tanta flexibilidad y facilidad, el futuro se muestra incierto. Hasta puede que llegue el momento en que las cofradías cambien su nombre.

Cosas veredes...

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