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Hablillas

El jersey

Cuesta adaptarse a estos cambios tan bruscos, ver cómo la primavera y el otoño duran cada vez menos, o eso parece

Publicado: 28/05/2023 ·
17:55
· Actualizado: 28/05/2023 · 17:55
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Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Aún el verano no se atreve a principiar, a pesar de la subida del mercurio y la bajada repentina por los chaparrones que aliviaron el ambiente como si fuera un paliativo. Cuesta adaptarse a estos cambios tan bruscos, ver cómo la primavera y el otoño duran cada vez menos, o eso parece. El caso es que mientras cogemos o guardamos el abanico y consultamos el pronóstico del tiempo en el móvil -en la mano como las uñas- saltan los anuncios emergentes interrumpiendo la lectura seleccionada, acercando o alejando una imagen, que por mucho pulsar el signo de eliminación se va cuando cumple el tiempo preseleccionado. Con estos calores acechantes resulta fastidiosa la aparición de prendas de abrigo, como chaquetones acolchados, parkas y jerseys cuando el aire ha comenzado a calentarse repartiendo ganas de playa.

Hasta hace relativamente poco los escaparates eran los expositores del cambio de estación y lo hacían a la vez, durante la primera semana de septiembre alegrando la uniformidad y la tristeza por la vuelta al colegio. Claro que ya van quedando menos comercios y se hace indispensable la visita al centro comercial con aburrimiento implícito, porque visto uno vistos todos. Donde encontramos la variedad es en estos anuncios, en estos catálogos virtuales de ofertas curiosas, artilugios originales y prendas confeccionadas a precios disparatados. Los enlaces, incontables ellos, han sustituido al paseo, a la vuelta para comparar, a la deliciosa oportunidad de entrar en un comercio, saludar, mirar y tocar. Pero el tiempo empuja y si no subimos al carro desaparecemos. A ello se añade la situación del centro comercial, normalmente a las afueras de la ciudad, detalles quehan afianzado la venta por correo a partir de estos anuncios, asaltantes mudos como los del antiguo cine, pero en color y sin música de piano enloquecida.

Estos días, dependiendo del receptor, aparece un jersey tricotado en lana virgen con destrozos considerables -boquetes dirían las abuelas- firmado por un diseñador muy conocido y a un precio desorbitado. Si los zancajos primero y las roturas después parecían haberse quedado en los vaqueros como rebeldía, ahora han ascendido en el escalafón de la ropa para ser rotos de alta gama y trasgredir lo formal, como ocurre con este jersey. La pregunta es si esta moda es provocación para opinar a partir de lo anterior, porque el me gusta resulta discutible, a menos que se trate de un tema puramente social con la intención de que sea seguido por una mayoría abrumadora. En cuanto al jersey ha logrado que se mire con perplejidad en muchos casos y tal vez con frustración en los menos por imposible adquisición. Se habla de él. Es un buen comienzo.

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