El genio del arte Pablo Picasso ha llegado a Vejer con una exposición que promete ser un hito cultural en nuestro pueblo. La exhibición, que reúne algunas de las obras más emblemáticas del reconocido pintor español, se ha convertido en el centro de atención de los amantes del arte y los curiosos que se acercan para maravillarse con el legado de este icónico artista.
Pablo nació en Málaga, pero vivió en A Coruña, Barcelona, Madrid, París y en la Costa Azul, y realizó más de 30.000 obras. Su lugar de nacimiento influyó en su visión del mundo y de su obra. Comenzó a crear su iconografía e inició sus estudios en la Escuela de Bellas Artes, donde su padre era profesor. Será en 1906, tras la muerte de Cézanne y con su obra Las señoritas de Avignon cuando comience la llamada Revolución Cubista (1908-1915).
Se le ha cuestionado y puesto en duda, en especial su relación con las mujeres. París será el escenario principal de la forma de amar inconstante y egoísta de Picasso. Cada nueva pareja lo entendía como un nuevo renacer creativo... Todas sus mujeres, en un primer momento, produjeron en él un entusiasmo creativo. Fueron objeto de su arte, las pintaba compulsivamente hasta que se cansaba de ellas.
Se ha escrito mucho sobre el malagueño durante años, se ha peleado por sus orígenes e inspiraciones. Pero lo que no se puede negar es que fue quién nos enseñó a ver el mundo de una manera cubista, que una paloma hecha con sencillos trazos encierra una obra de arte, y que la tragedia humana de una guerra cabe en un lienzo que pide a gritos la Paz, como el Guernica, que pintó a los 55 años como encargo para el pabellón español de la Exposición de París.
El 8 de abril de 1973, fallece Pablo Picasso dejando al arte huérfano de su talento e incansable capacidad creadora. Si hay que elegir un lugar que explicase la mejor versión de Picasso, quizá sería Antibes, donde él mismo situaba el capítulo más feliz de su vida. Tras la fachada del Castillo Grimaldi, donde se encontraban sus pinturas más personales, lleno de la alegría de vivir, con erizos de mar, pulpos y la silueta de la artista François Gilot, con la que tendría dos hijos, Claude y Paloma.
Picasso terminaría su vida repitiendo una famosa frase: “los buenos artistas copian, los grandes artistas roban”, afirmando así, quizás, que su arte estaba hecho de los lugares en los que había estado y de las personas que había conocido y perdido, que era la consecuencia de grandezas y traumas de las que estaban llenas sus obras.