Antes de que Hamlet se preguntase sobre la razón de ser o no ser, también reflexionaba sobre que “algo huele a podrido en Dinamarca”. En Cádiz, esta semana, algo olía muy mal, tanto como a 30.000 toneladas de basura que Nápoles quería enviar por vía marítima al puerto para dejarlas en quién sabe qué vertedero cercano, pero nadie reflexionaba sobre esta cuestión, nadie preguntaba nada, nadie decía nada, todo el mundo parecía querer primero escurrir el bulto y luego, ya veremos qué pasa. Claro que si durante toda esta semana también se ha visto cómo el que más como el que menos tampoco quería posicionarse sobre la competencia desleal de Huelva en el tema del ferry, se entiende que en esta ciudad nadie reflexione sobre si es o no es, aquí lo importante es sobrevivir, no hacer preguntas y dejarse llevar por la corriente, no sea que haya que tomar decisiones, que eso cuesta mucho y es muy cansado.
De hecho, sobre la basura, ha tenido que ser el consejero el que saliera a la palestra para dejar las cosas muy claras. Juan José Díaz Trillo, cuando se presentó en Cádiz tras tomar posesión de su cargo en Medio Ambiente, en una comida informal, llegó a decir que no permitiría “ni muerto” que la basura de Nápoles llegara a Cádiz. Teniendo en cuenta de que detrás de estos residuos está la Mafia italiana, incluso se hicieron chistes sobre que mejor era no dar ideas. Pero ha demostrado que tiene palabra y, aunque un poco tarde y sólo después de que alguien de su área en Sevilla metiera la pata diciendo que eso no era competencia suya (si 30.000 toneladas de basura no lo es, ¿qué puede serlo?), dejó muy claro que estos residuos no vendrán finalmente ni a Cádiz, ni a la provincia, ni Andalucía. Más realista fue la delegada provincial, Silvia López, que resumió toda la cuestión en un contundente “si ya tenemos problemas con lo que tenemos, como para traernos la de otros”. Se podrá decir más alto, pero no con menos claridad.
Sin embargo, lo triste es que nadie de Cádiz dijo esta boca es mía. Ni desde el Ayuntamiento, ni desde Diputación, ni ningún partido ni colectivo social de la ciudad. Daba la impresión de que convertir a la capital en un paso de basuras o a la provincia en un vertedero internacional no era importante. Aquí todos miraban hacia otro lado, todos asumían que eso no era de su competencia y todos callaban. Quizás esos 30 millones de euros que costaba la operación eran demasiados golosos como para rechazarlos y ha tenido que ser la Junta los que rechace. Lamentable.
Como lamentable es lo que ha pasado con el ferry de Huelva a Canarias. Lamentable porque parece que los partidos cada vez van por libre y defienden no ya al país, sino a las ciudades. Que el PP onubense lo respalda, pues el gaditano se calla. Que el PSOE de allí lo aplaude, pues el de aquí se limita a hacer una declaración (defender algo no es atacar a la alcaldesa por callarse)... hasta que la Junta y el Gobierno central dejan claro que les parece bien la idea y todo se apaga como un cigarrillo mal consumido en la calle. Hasta el propio Barra, que fue el primero en salir a la palestra a defender los intereses de su puerto, pero también los de la ciudad (estos ferrys dejan mucho dinero no sólo en los billetes, sino en los establecimientos hosteleros y hoteleros por parte de sus pasajeros), desde el momento en el que los de ‘arriba’ dejaron clara su posición, se tuvo que callar. Como lamentable es que ahora la compañía que sale de Cádiz baje los precios para competir con Huelva, ¿qué pasa que antes cobraban de más?
Da la impresión, en todo este asunto, que han pesado más los intereses políticos de los partidos que los gaditanos. Que hay quien cree que aquí todo está ya más que repartido, que ganará quien va a ganar, pero que en Huelva todavía hay opción a luchar por una Alcaldía. Y qué más da que en la provincia haya 175.000 parados, de los cuales 15.000 de ellos sean de la capital. Aquí lo importante es no dar la cara por Cádiz, pero sí aprovechar cualquier ocasión para criticar a los demás, como si eso fuera hacer política y no tomar decisiones y asumir responsabilidades. No quiero ni pensar qué habría pasado si todo Huelva fuera del PP o fuera del PSOE. Lo que se habría oído decir por la otra parte. Pero como todos están implicados...
Claro que para oír sandeces e insultos no hace falta discutir sobre basuras o ferrys, con el día a día gaditano basta, porque si algo se ha oído en esta ciudad esta semana son descalificaciones. El día que los políticos se den cuenta de que no basta con hacer un juego de palabras o con insultar a nadie para a ejercer un cargo, sino que de ellos se espera mucho más, esta ciudad empezará a cambiar. Y quizás entonces, nada olerá a podrido en Cádiz y sí habrá quien se pregunte, con mucho sentido, quiénes somos o no somos.
Valcárcel, la otra guerra olvidada
Lo malo de esta ciudad es que las cosas no se solucionan, pero sin embargo las polémicas perduran. Si durante todo el año pasado se ha habló del futuro de Valcárcel, para comprobar que no tenía futuro, que se va a quedar ahí sin uso por demasiado tiempo, ahora resulta que el edificio que se vuelve a convertir en la estrella del eterno enfrentamiento entre Ayuntamiento y Diputación. ¿Para encontrarle una salida? No, sólo para ver si se valla o no y cuándo. Qué pronto se olvidan los proyectos y cuánto cuesta a los políticos olvidarse de hablar por hablar.
Delphi, de la revolución social al negocio
Parece que el conflicto de Delphi ha entrado en un nuevo parón. Lo que para muchos representó una pequeña revolución social en esta provincia, con la gente en la calle y los ánimos encendidos, ha pasado a convertirse en un simple negocio. Tras los últimos incidentes de final de año (que nada tenían que ver con esa revolución anterior), todo se ha acabado convirtiendo en una simple negociación económica. Al final, dinero para todos (incluyendo ofertas de 45.000 euros para los que tiren ahora la toalla) y cursos hasta 2012. Un negocio redondo para todos, aunque no está claro quién gana con él.