Vuelve la sonrisa de los niños que se enfrentan a un nuevo curso escolar con la determinación que imprime a las almas la alegría de la inconsciencia
Volver. Nos preguntamos cómo ha pasado el verano tan rápido, con esa feria tardía en la que han ardido los corazones y las ansias de tantos, con esos viajes vivificantes que nos colocan, de nuevo, en el umbral de salida, cuando lo que nos queda por delante, ahora que todo recomienza, son meses de actividad frenética y hastío y náusea, aunque la ilusión no nos sea esquiva en estas primeras horas de reentrada en la habitualidad, ahora que el otoño se dibuja en el horizonte como un gigante que nos trae el frío y la caída de las hojas con la dulzura de una madre. Vuelve el Málaga Club de Fútbol a Segunda División para mantenerse en una categoría difícil, con victoria agónica; vuelven los problemas generados por las viviendas turísticas y las quejas de los vecinos; vuelve el eterno debate sobre la Feria del Centro y su futuro; vuelve a las cafeterías el rumor de conversaciones iniciáticas en este enero que se hace septiembre en el calor y la calima; vuelve la preocupación por el agua en una tierra sedienta; vuelve la estúpida y eterna rivalidad entre Málaga y Sevilla por un vuelo a China; vuelven las procesiones extraordinarias, los plenos eternos en los que se discute sobre la ciudad sin que nadie sepa, muy bien, qué quiere ser Málaga de mayor, volvemos a saber datos acerca de la antigüedad de nuestra ciudad, que ha descubierto restos de hace cinco mil años en el promontorio que ocupa actualmente la Catedral, mientras un vecino encuentra en la playa de la Misericordia evidencias de vida prehistórica; vuelven a bullir las calles de pasos apresurados, las consultas de pacientes que esperan con verdadera inquietud los resultados de sus pruebas, las terrazas de nuestros bares y cafeterías acogen conversaciones que no salvarán al mundo, pero harán más liviano el día a día para sus interlocutores, vuelven los juzgados a emitir sentencias y a enfrentarse a la avalancha enorme de procedimientos, vuelve la sonrisa de los niños que se enfrentan a un nuevo curso escolar con la determinación que imprime a las almas la alegría de la inconsciencia, vuelven las colas al metro y los abrazos al paseo del parque, vuelven los barcos al puerto y los besos a Pedregalejo, vuelven la esperanza a los cementerios y las novedades a las librerías. En septiembre volvemos a empezar. Es la danza infinita de la vida.