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Tardes en el Lagartijo

Mientras tanto, Trump sigue a lo suyo

Ahora serán los usuarios los que decidan si una información es fiable o no. En resumen, cancha libre.

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  • Trump.

Primeros compases del 2025. Un año en el que volverán a presentarse nuevos dispositivos móviles que mejorarán a los anteriores, se creará o pondrá de moda una nueva red social, se descubrirán más variantes de uso de la inteligencia artificial y un largo etcétera.

Todas estas novedades que están por llegar encontrarán entre ellas un punto en común, su aplicación a la comunicación y la influencia que se podrá ejercer a través de las mismas.

Ya no hay excusa que valga para no abordar esta realidad. Porque sí, aunque se hayan promulgado leyes para limitar el uso inadecuado o la propagación de noticias falsas, el esfuerzo que se lleva a cabo para la contraargumentación no está a la altura de la fuerza que ya vienen teniendo los perfiles a los que atienden una importante cantidad de la población. Es evidente que cada vez son más las personas que replican sus proclamas en todas partes.

Ya hay usuarios en nuestro país con  una cifra de seguidores que alcanza las 6 cifras y otros muchos que aglutinan a cientos de miles, lo que supone un relevante porcentaje de los habitantes.

En este sentido, ante las afirmaciones que realizan las figuras que gestionan estos perfiles de redes sociales, muchas de ellas preocupantes para la estabilidad de la sociedad, ya no vale solo por parte de los políticos encargados de liderar un país con, simplemente, responder que son agitadores o propagadores de bulos sin prestar atención al mensaje que transmiten estos.

Sí, son agitadores y propagadores de bulos, pero cada vez son más las personas que siguen a pies juntillas muchos de sus argumentos, defendiéndolos con gran ímpetu. Son conceptos que crecen y se expanden y que, si no encuentran respuestas basadas en evidencias y hechos que se traten de exponer con detalle para cambiar una visión, cada vez ganarán mayor fuerza y ya se sabe qué ocurre con las bolas de nieve, cuanto más grandes se hacen más difíciles son de parar.

Precisamente, como las tecnologías y las plataformas sociales seguirán creciendo en el 2025, la evolución también debe estar en el interés que se presta por parte de la clase política a los mensajes que se hacen llegar a través de ella. No vale ya con no darle importancia cuando son preguntados o actuar como si ignoraran su presencia, porque ahí es donde se empieza a perder terreno, al no querer ver la relevancia que a día de hoy poseen numerosas figuras.

Porque, en este momento, ¿si no lo hacen ellos quién lo va a hacer más allá de los periodistas? Solo hay que ver la última decisión de Facebook que ha pasado por eliminar a los verificadores de información en su plataforma. Todo basado, según exponen, en la libertad de expresión, una libertad de expresión la suya que parece permitir las mentiras más que nunca.

Ahora serán los usuarios los que decidan si una información es fiable o no. En resumen, cancha libre. Cualquiera podría inventarse, por ejemplo, una trama en la que se vea involucrado el presidente de la Junta de Andalucía, que si ningún usuario duda de que sea real o no, será un mensaje que se propague rápidamente. Más aún si existen reticencias por parte de un gran número de personas hacia su figura.

No se pueden concebir como locos sentados en el banco de una plaza hablando solos, porque ya cuentan con muchas personas que se han acercado a escucharles y cada vez llegan más.

Un peligro que se empieza a traducir en votos y escaños, que van trayendo consigo decisiones que afectan a los ciudadanos. Porque ya se está viendo lo que ha ocurrido en otros lugares en los que no se consideró que mereciera la pena responder a afirmaciones descabelladas, como, por ejemplo, los Estados Unidos, donde los demócratas comienzan a despedirse de la Casa Blanca y, mientras tanto, Trump sigue a lo suyo.

 

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