Carteles anuncian el regreso del Lagarto Rock este fin de semana. Admito que nunca asistí a este Festival, quizás porque mis gustos musicales no discurren por la senda que marca el rock, pero si confieso que año tras año prestaba atención a esta cita musical que posicionó a nuestra ciudad en el referente de este tipo de circuítos. El Lagarto era un acontecimiento que anualmente, llegado el momento, se vivía con intensidad antes, durante y después.
Recuerdo enormes pancartas en Puerta Barrera y el Gran Eje anunciando este festival. Conversaciones en el patio del colegio de compañeros más puestos en el tema, que valoraban los grupos que habían alcanzado la final y sobre todo la ilusión por ver en el Auditorio a grandes del panorama nacional. Canal Sur se volcaba con el festival y lo televisaba, proyectando a toda Andalucía algo grande que en Jaén teníamos, potenciábamos y se mimaba que daba envidia.
El año pasado y a instancias de la gente de Piturda (.com) se homenajeó a lo bestia al Lagarto Rock. La iniciativa caló hondo entre todo el personal que siempre vivió ese ambiente, sintiendo profundamente la desaparición de toda una institución musical en Jaén y para entender precisamente lo que este festival llegó a ser les invito a que aprovechen una parte de su tiempo en leerse el librito que con esfuerzo y cariño se sacó de la manga Raúl Beltrán, recopilando todo el historial del Lagarto para entender el mismo. Yo lo hice y eso me sirvió para tomar conciencia de aquello que Jaén tuvo y llegó a perder.
Ahora se recupera, con los baezanos Supersubmarina como cabeza de cartel. Amigos míos disienten de cómo se presenta la edición próxima pero ciertamente se alegran de volver a ver la imagen del reptil canturreando a un micro con el clavijero de una guitarra eléctrica rematando su cola. Previo a ello, no quiero dejar pasar la ocasión de apuntar lo llamativo que resulta el festival recientemente celebrado en el Parque de La Victoria bajo el nombre de Alligator Rockin. Nacido precisamente cuando el otro había desaparecido, resulta cuanto menos original observar el nombre con el que se anuncia y que deja entrever que aquí reptiles y música se dan la mano. Sólo queda adaptarse al sonido que más convenga. En este caso más cercano al rockabilly, en el otro, el rock de siempre.
Tanto uno como otro dan vida a esta ciudad y oportunidades a esos músicos anónimos que como complemento a su quehacer diario dan rienda suelta a su pasión por los arpegios, aportando un sonido distinto a un Jaén cada vez más silencioso y ayuno de alegrías.