Condenados a entenderse
Pueden seguir ?mareando la perdiz? todo lo que quieran, pero tanto el PSE como el PP saben que, de Miranda de Ebro para abajo...
Pueden seguir “mareando la perdiz” todo lo que quieran, pero tanto el PSE como el PP saben que, de Miranda de Ebro para abajo, muy pocos ciudadanos entenderían que pudiendo apoyarse mutuamente para que por primera vez en la historia del País Vasco haya un lehendakari no nacionalista y mandar de paso al PNV a la oposición, no acabaran llegando a un acuerdo. Dicho de otra forma: si al final no se diera ese pacto, el partido que apareciera ante la opinión pública como responsable del desaguisado, lo pagaría en términos electorales y no hay que olvidar que dentro de muy poco, el primer domingo de junio, hay una nueva cita con las urnas, en este caso, las elecciones europeas.
Está claro que al PSE, y no digamos nada a Zapatero, le entusiasma muy poco que Patxi López llegue a Ajuria-Enea gracias a los votos del PP. Ellos hubieran preferido un gobierno de coalición con el PNV, con lehendakari socialista. Pero los resultados de las elecciones vascas no han dejado margen para esa posibilidad. El PSE, habiendo obtenido unos magníficos resultados, se quedó a cinco escaños y 80.000 votos del PNV, por lo que no es planteable que este partido pueda ceder la Lehendakaritza a los socialistas, por mucho que le duela dejar el poder, con todo lo que ello significa de militantes y simpatizantes que tendrán que abandonar los cargos que ocupaban en la tupida red de la Administración vasca.
Tampoco el PP puede tirar mucho de la cuerda. Toda su campaña electoral se basó en el mensaje del “cambio” y ahora que están en condiciones de coadyuvar a conseguirlo, apoyando a Patxi López, no pueden echar marcha atrás. Sí deberían exigir en sus negociaciones con los socialistas, no tanto cargos o prebendas, como la seguridad de que en las cuestiones fundamentales –lucha contra ETA, modelo estatutario, política lingüística y educativa– el PSE, cuando esté instalado en el Gobierno, no les va a dar un gran susto a través de iniciativas que dejasen a los populares con las “vergüenzas al aire”.
Lo importante es que se está ante una oportunidad histórica de poder gobernar de otra forma en el País Vasco. Después de casi treinta años de hegemonía nacionalista, dos partidos nacionales, que a diferencia del PNV sí creen en la nación española, pueden imprimir otra dinámica a la relación del País Vasco con el resto de España, a la educación, a la cultura, a los medios públicos de comunicación. Y sobre todo, pueden tener como prioridad absoluta acabar cuanto antes con ETA y con todo el odio y el rencor que la banda terrorista ha ido sembrando durante sus cinco décadas de existencia en la propia sociedad vasca. Y las oportunidades históricas no conviene desaprovecharlas. Muchos ciudadanos miramos con esperanza esta nueva etapa que se abre en el País Vasco. Hay que confiar que el PSE y el PP, que Zapatero y Rajoy; Patxi López y Basagoiti sepan estar a la altura de las circunstancias. Si alguno falla, pagará una alta factura por ello.
Está claro que al PSE, y no digamos nada a Zapatero, le entusiasma muy poco que Patxi López llegue a Ajuria-Enea gracias a los votos del PP. Ellos hubieran preferido un gobierno de coalición con el PNV, con lehendakari socialista. Pero los resultados de las elecciones vascas no han dejado margen para esa posibilidad. El PSE, habiendo obtenido unos magníficos resultados, se quedó a cinco escaños y 80.000 votos del PNV, por lo que no es planteable que este partido pueda ceder la Lehendakaritza a los socialistas, por mucho que le duela dejar el poder, con todo lo que ello significa de militantes y simpatizantes que tendrán que abandonar los cargos que ocupaban en la tupida red de la Administración vasca.
Tampoco el PP puede tirar mucho de la cuerda. Toda su campaña electoral se basó en el mensaje del “cambio” y ahora que están en condiciones de coadyuvar a conseguirlo, apoyando a Patxi López, no pueden echar marcha atrás. Sí deberían exigir en sus negociaciones con los socialistas, no tanto cargos o prebendas, como la seguridad de que en las cuestiones fundamentales –lucha contra ETA, modelo estatutario, política lingüística y educativa– el PSE, cuando esté instalado en el Gobierno, no les va a dar un gran susto a través de iniciativas que dejasen a los populares con las “vergüenzas al aire”.
Lo importante es que se está ante una oportunidad histórica de poder gobernar de otra forma en el País Vasco. Después de casi treinta años de hegemonía nacionalista, dos partidos nacionales, que a diferencia del PNV sí creen en la nación española, pueden imprimir otra dinámica a la relación del País Vasco con el resto de España, a la educación, a la cultura, a los medios públicos de comunicación. Y sobre todo, pueden tener como prioridad absoluta acabar cuanto antes con ETA y con todo el odio y el rencor que la banda terrorista ha ido sembrando durante sus cinco décadas de existencia en la propia sociedad vasca. Y las oportunidades históricas no conviene desaprovecharlas. Muchos ciudadanos miramos con esperanza esta nueva etapa que se abre en el País Vasco. Hay que confiar que el PSE y el PP, que Zapatero y Rajoy; Patxi López y Basagoiti sepan estar a la altura de las circunstancias. Si alguno falla, pagará una alta factura por ello.
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