Es frecuente recibir invitaciones a firmar determinadas campañas de recogida de firmas, mediante redes sociales o correos electrónicos, incluso visitando webs diversas. Llama la atención como un ejército de personas de buena voluntad se apresta a la difusión de estas campañas y en ocasiones llegan a tener la sensación de ejercer una militancia. ¡Es tan fácil firmar digitalmente, on line, las peticiones! Y cada vez lo ponen más fácil, aquellos que creen en que las instituciones, que se supone reciben estos miles de firmas, van a hacer algo en el sentido solicitado. Hay quien piensa que estas iniciativas en Internet sólo distraen del principal objetivo que es la modificación real de las situaciones injustas. Son, por decirlo de alguna forma, distractores eficientes, para mantener a las personas realmente inactivas.
Una de estas plataforma es Change.org, que se autodenomina “La mayor plataforma de peticiones del mundo”. Dice que a través suya “57.036.937 personas han pasado a la acción. Victorias cada día.” En este mensaje publicitario es posible destacar dos conceptos: “pasar a la acción” y “victoria”. Y es que los creadores de esta herramienta on-line parten, y quieren hacernos creer, que el mero firmar la invitación que se hace a través de internet, ya es una acción. Llegan a asumir y presumir de que cualquier modificación de aquello que se persigue es por efecto de la sola presentación de miles de firmas. Ejemplos que se ponen en esa web: Que la tragedia del Madrid Arena no se vuelva a repetir. Que Juana Vacas no hará frente a las deudas del asesino de su hija. Que un preso español en Marruecos, es trasladado a España. Que Lola, enferma de cáncer en una prisión boliviana, vuelve a España. Que Arturo mejora el acceso al MIR para aspirantes con discapacidad…Publicitan éxitos tras éxitos, que según la plataforma Change.org, son debidos a la iniciativa de firmas digitales de las peticiones.
Esta, y otras empresas parecidas, hace abstracción de todos los medios de comunicación, voluntades, intereses políticos, sociales y económicos que jalonan los diversos caminos y procesos utilizados para llegar al objetivo pretendido. Y es que Change.org se da autobombo de una manera especialmente rimbombante. A quienes firman una de sus campañas le remiten un slogan utilizando el email que generosamente el firmante le ha dado: “Juntos, somos poderosos. Cuantas más personas se unan en apoyo a una campaña, mayor será la posibilidad de ser escuchados.” La pregunta es ¿quien cree Change.org que escucha? Porque el mensaje principal que emite a millones de personas es que firmando on-line es posible cambiar “el mundo”. Y sigue publicitando: “Esto funciona. Con el apoyo de personas como tú, cientos de campañas consiguen su objetivo cada mes” Al final el mensaje lo firma Benjamín Michael "Ben Rattray" con 33 años, ahora, el fundador y presidente de la empresa de petición en línea Change.org, que fundó en 2007. En el 2012 la revista TIME lo incluyó en la lista de las 100 personas líderes mundiales más influyentes. CNN Money Fortune valoró en aproximadamente 15 millones de dólares los ingresos el año 2011, sobre todo de la publicidad. ¿Quién tiene el poder? ¿Quién utiliza realmente la acción virtual de las firmas digitales? El para qué es evidente: Dinero. El vil metal en cantidades millonarias, para que el “amigo Ben” haga su agosto y de paso meta en la cabeza de millones de personas que firmando virtualmente se transforma la realidad.
Rafael Fenoy Rico Comunicación Educación CGT.