Permiso, gracias y perdón son tres palabras que aisladas se suelen pronunciar repetidas veces en el transcurso de la vida. Tres palabras que unidas a otras, también constituyen frases de solicitud, gratitud y rectificación como ocurre en tantas y diversas situaciones de cada día.
Hoy festividad de San Pedro (primer Papa) y San Pablo, me recuerda estas tres palabras que S.S. El Papa Francisco, pronuncia con frecuencia y nos invita a emplearlas como él mismo las utilizas; pero imprimiéndoles el verdadero sentido y la profundidad que las tres tienen en común.
Y reflexionando sobre la causa-efecto que cualquiera de estas palabras tiene. Se me viene al pensamiento, la cantidad de ocasiones en la que he solicitado permiso público y privado a particulares y a las instituciones; para poner en marcha un propósito determinado.
Propósito que escribiendo en estas páginas cofrades. No podía soslayar sin referirme a la -formación cristiana y cofrade- de la que recogiendo opiniones de muchos cofrades y la mía propia, he venido anunciando insistentemente desde hace tiempo no sólo en este espacio, sino también; dirigiéndome a hermandades, consejos de hermandades, secretariado diocesano de hermandades; incluso a nuestro anterior Obispo Diocesano, Monseñor Ceballos.
A todos, siempre les he planteado, la necesidad de convocar una Asamblea de hermandades y cofradías de la diócesis, para debatir la distintas problemáticas que en la actualidad, poseen nuestras queridas corporaciones y los consejos de hermandades; alcanzando en cierto modo también al clero en general y a los directores espirituales en particular por cuanto al nivel de su formación cofrade se refiere. Las hermandades, forman un rico apostolado de la religiosidad popular y de la nueva evangelización. Y por tanto, necesitan apoyo y formación.
Y no es que la formación cofrade sea un tema inhibido de perfeccionar o de aplicar ya que existen textos, medios y documentación suficientes. Por otro lado es cierto que son muchas las hermandades y consejos que organizan cursos de formación cofrade. Pero no es menos cierto, que en nuestra querida diócesis, poco se ha prosperado de manera eficaz y contundente en esta materia. Más bien se aprecian declaraciones de buenas intenciones, reducidas en mi opinión, a tímidos movimientos carentes de la continuidad deseada.
Sin embargo, la verdad nos muestra que en esta asignatura, alguien se ha adelantado a nuestra diócesis. Y esta vez ha sido Sevilla. Por eso, no cabe objetar nada en detrimento de la sede hispalense, al contario aplaudir, por anticiparse a una situación que, cada vez se hace más evidente acometer.
Y ha sido el propio arzobispo de Sevilla, Monseñor Asenjo, quién ha creado recientemente -consciente de su importancia- una Escuela Diocesana de Formación Cofrade, que comenzará el próximo curso para todos aquellos hermanos de las hermandades sevillanas que lo deseen.
Cursos formativos y colegiados que se impartirán en coordinación con el Instituto Superior de Ciencias Religiosas, que a su vez ofrecerá también formación teológica junto a la Escuelas de catequesis de San Leandro y de liturgia de San Isidoro. Escuela ésta recién creada, que no será pionera, ya que existen las Escuelas diocesanas de las diócesis de Córdoba y Jaén. Pero sí primera de la -Archidiócesis- que por cierto, llevará el nombre de San Fernando en honor al santo, rey y patrón de dicha Archidiócesis junto a San Isidoro y San Leandro.
En resumen, no pretendo establecer comparaciones aunque se digan que éstas son odiosas. Afirmación que no comparto por considerar, que más penoso que odioso resultaría ser, si no se actúa en los momentos adecuados y oportunos que se nos escapan inútilmente de las manos.
Pero volviendo al Papa Francisco, me queda la tranquilidad de haber solicitado el permiso de exponer tantas veces esta inquietud cofrade. He dado las gracias aunque no hayan sido atendidas mis peticiones. Y pido perdón si no han llegado a prosperar. No obstante salvando la distancia, debo confesar la alegría que supone poder comentar este hecho. Alegría que desde luego hubiera sido mayor de producirse en nuestra diócesis.
Por último, desearle respetuosamente mi enhorabuena a Monseñor Asenjo por su iniciativa y la sensibilidad demostrada para todos los cofrades sevillanos a los que también les brindo, mis más cordiales felicitaciones. Deseándoles que sepan obtener el mayor fruto posible de esa Escuela, creada especialmente para su formación integral que seguramente, no sólo los convertirán en buenos cristianos, mejores cofrades y hombres de bien, sino que de paso también se convertirán en mensajeros y apósteles del mundo ¡Porque el mundo lo necesita!