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Qué tiempos aquellos

Qué momentos más felices pasamos frente a un plato y unos cubiertos, o con las manos, compartiendo emociones, palabras, risas, llantos e infinidad de muestras de nuestro ser más interior, cuando estamos compartiendo la mesa con nuestros seres queridos.

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Qué momentos más felices pasamos frente a un plato y unos cubiertos, o con las manos, compartiendo emociones, palabras, risas, llantos e infinidad de muestras de nuestro ser más interior, cuando estamos compartiendo la mesa con nuestros seres queridos.

Tal vez de esto ya me habrás escuchado hablar o leer, pero sencillamente, las cosas más bonitas que hacemos nos las habrán tenido que repetir, no pocas OCASIONES…, o cuántas lecciones aprendemos gracias a la repetición.

No es que yo sea o me sienta alguien, no, simplemente me gustaría compartir esta verdad otra vez. Cuánta alegría cuando nuestros pequeños nos muestran sus sensaciones en la escuela, con LOS AMIGOS, o en no pocos marcos de circunstancias de su vida.


Pero sinceramente, autoanalizándonos, cuánto tiempo les podemos dedicar a estas emociones, a las sensaciones que nuestros pequeños nos deseen mostrar; si es por mi vida, ni una pizca lo que realmente me gustaría que fuese. Y encima, cuando estamos juntos, tranquilos, en paz frente a la mesa, no son sus emociones, sus sentimientos, no son nuestras palabras, ni nuestros valores los que imperan. Son los de personas que ni conocemos ni conoceremos jamás.

Mediante la caja tonta, o bien el móvil hoy día, permitimos que estos sí entren en nuestra vida, sin nosotros poder hacer nada. Triste, no. Lo siguiente.

Aún recuerdo cuando en casa había una de estas cajas tontas, en blanco y negro, y empezaba a funcionar sin colores a partir de la tarde, con muy pocas horas. Y lo recuerdo con cariño por muchas razones, ya que eran tiempos donde imperaban muchos otros valores, que verdaderamente nos han hecho ser lo que verdaderamente somos, ser la persona que hemos querido ser, fijándonos COMO modelo en nuestros padres, abuelos, primos y otros familiares que alrededor de la mesa despachaban con nosotros.

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