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Amiguismo

Lo muy cierto es que cuesta hacer amigos en estas circunstancias actuales de vida, en una especie de ‘ley de la selva’, que está influyendo de manera fehaciente en las actividades y desarrollo en los que a la hora de competir profesionalmente

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Le viene a uno a  la memoria el noble concepto de la palabra amigo en su sentido más real, su significado más hondo, y todo viene a cuento tras la lectura del flamante libro publicado por nuestro compañero en la redacción de VIVA HUELVA, Joaquín Cabanillas, concretamente por su título, “Haciendo amigos”, prologado por nuestro director, Juan Diego Morales Arroyo, y editado por la Editorial Niebla de la capital.
       Lo muy cierto es que cuesta hacer amigos en estas circunstancias actuales de vida, en una especie de ‘ley  de la selva’, que está influyendo de manera fehaciente en las actividades y desarrollo en los que a la hora de competir profesionalmente, aunque se pretenda demostrar lo contrario, juegan una baza muy importante, los conocimientos  e intereses creados entre personas que obvian la verdadera amistad al margen de lo profesional. Dista mucho, como tratamos de apuntar entre el concepto natural y sano de “amigo”, a ese otro que conocemos de manera generalizada como “amiguismo”. Y esto último acontece  y prevalece en mucho en la sociedad que está imponiendo los tiempos.
Se habla de convocatorias y pruebas para plazas públicas y privadas y, en las mismas, siempre surgen “fantasmas” que están por encima de espíritu supervisor. Recursos siempre de los candidatos no admitidos contra los examinadores o tribunales elegidos para estos fines que, tras las consabidas vueltas, caen en la saca del olvido, recuerdo una frase del maestro Odón Betanzos respecto a los premios literarios que era la siguiente “ los premios estimulan si son serios, pero cuando hay amiguismo, es criminal”.
       Por más desgracia que suerte el sentido profundo de la palabra amigo se reconvierte, se adultera en la actualidad, y por tal motivo, lo que se dice amigo-amigo, va quedando aislado, oscurecido por las palmaditas en las espaldas, por encuentros con sonrisas improntas en las que se termina hablando bien de fútbol, para en la mayoría de los casos llegar al menos a la discusión, al hasta luego a secas, y cada uno por su lado. Y ustedes me dirán, ¿cómo puede ser?  Por una cosa tan simple y tan banal, pero la verdad es que, así ocurre, y todo viene como consecuencia del detonante de la actual sociedad agresiva que nos está imponiendo los acontecimientos, no tan solo a nivel de nuestro país sino también allende a nuestras fronteras.
       El amiguismo existe y ha existido toda la vida de Dios, aunque hoy día se arropa en la corrupción y en los actos delictivos asolapados, y actúa soterradamente convirtiendo en cenizas al resto de la sociedad, “amiguismo” sectario, convergente que se sabe, y que vemos a través de los medios televisivos, que la sociedad y el pueblo llano padece en sus carnes, frente a la pasividad de una justicia arcaica que actúa debidamente en contadas ocasiones por las muchas presiones que sufre.

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