Votar por rebeldía
Ha comenzado la cuenta atrás para el día D y todos los partidos políticos dieron ayer cerrojazo ¡por fin! a la campaña de las europeas...
Ha comenzado la cuenta atrás para el día D y todos los partidos políticos dieron ayer cerrojazo ¡por fin! a la campaña de las europeas. Si echamos la vista atrás para analizar lo que han sido las dos últimas semanas podríamos decir que ha habido poca Europa y mucha bronca en una campaña marcada por los casos de corrupción en el PP y el PSOE, por la agresividad de los candidatos y por el nivel de disparates, insultos y descalificaciones que hemos tenido que escuchar.
No ha habido ni rubor ni disimulo que valga y tanto socialistas como populares han planteado estas elecciones como unas primarias en las que ha valido todo, desde el aborto a la pederastia, pasando por el Falcón o la seguridad de los ex presidentes. Todo con tal de culpar al adversario. Zapatero y Rajoy se han empeñado en jugársela y han recorrido España de Norte a Sur como si mañana domingo lo que se ventilara es cuál de los dos será el inquilino de la Moncloa.
El problema es que eso no es cierto y los ciudadanos contemplan con estupor como quienes deberían tener una acción ejemplar y ejemplarizante, utilizan los métodos más sucios, barriobajeros, demagógicos y rastreros para liquidar a sus adversarios. El 7-J nada va a cambiar. No va a haber una correlación de fuerzas en nuestro Parlamento nacional, pero ni PP ni PSOE han sido capaces a lo largo de esta campaña de explicar a los ciudadanos que muchas de las decisiones que se toman en Europa influyen y mucho en la vida cotidiana de nuestro país y en cómo están, por ejemplo, de llenos o vacíos los bolsillos de los españoles.
Ha sido una magnífica oportunidad perdida para que los líderes de ambos partidos, en vez de lanzarse todos los días dardos envenenados, demostraran su talla como estadistas que sigue inédita. Ahora la gran incógnita será la participación y si se cumplen las encuestas de que la movilización del electorado brillará por su ausencia, por lo que es muy probable que la gran protagonista sea la abstención. Si eso se confirma, los dos grandes partidos deben culparse de ello y los ciudadanos tomar buena nota. Yo desde luego iré a votar porque no quiero que los politiquillos de turno me amarguen la gran fiesta de la democracia. Es el gran día de los ciudadanos y aunque no he visto nada de ejemplar ni de ejemplarizante en la clase política no quiero parecerme a ellos. Votar, tal como está el panorama es casi un acto de rebeldía y yo me apunto.
No ha habido ni rubor ni disimulo que valga y tanto socialistas como populares han planteado estas elecciones como unas primarias en las que ha valido todo, desde el aborto a la pederastia, pasando por el Falcón o la seguridad de los ex presidentes. Todo con tal de culpar al adversario. Zapatero y Rajoy se han empeñado en jugársela y han recorrido España de Norte a Sur como si mañana domingo lo que se ventilara es cuál de los dos será el inquilino de la Moncloa.
El problema es que eso no es cierto y los ciudadanos contemplan con estupor como quienes deberían tener una acción ejemplar y ejemplarizante, utilizan los métodos más sucios, barriobajeros, demagógicos y rastreros para liquidar a sus adversarios. El 7-J nada va a cambiar. No va a haber una correlación de fuerzas en nuestro Parlamento nacional, pero ni PP ni PSOE han sido capaces a lo largo de esta campaña de explicar a los ciudadanos que muchas de las decisiones que se toman en Europa influyen y mucho en la vida cotidiana de nuestro país y en cómo están, por ejemplo, de llenos o vacíos los bolsillos de los españoles.
Ha sido una magnífica oportunidad perdida para que los líderes de ambos partidos, en vez de lanzarse todos los días dardos envenenados, demostraran su talla como estadistas que sigue inédita. Ahora la gran incógnita será la participación y si se cumplen las encuestas de que la movilización del electorado brillará por su ausencia, por lo que es muy probable que la gran protagonista sea la abstención. Si eso se confirma, los dos grandes partidos deben culparse de ello y los ciudadanos tomar buena nota. Yo desde luego iré a votar porque no quiero que los politiquillos de turno me amarguen la gran fiesta de la democracia. Es el gran día de los ciudadanos y aunque no he visto nada de ejemplar ni de ejemplarizante en la clase política no quiero parecerme a ellos. Votar, tal como está el panorama es casi un acto de rebeldía y yo me apunto.
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