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Desde Conil

El sueño conileño

La gran mayoría de las personas que nos visitan, sobre todo en verano, pasan todo el año ahorrando, mientras mantienen viva la ilusión y la esperanza de pisar n

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Más de uno hemos tenido alguna vez el sueño americano, o como vulgarmente se le conocía, soñar con hacer las Américas. Viajar al nuevo mundo en busca de fortuna y de un paraíso perdido, como muchos pioneros y colonos que han marchado aquellas tierras desde su descubrimiento.
Al igual que el sueño americano, también existe para muchas personas del mundo el sueño conileño. Ese que tienen muchos inversores, para instalar sus empresas en nuestro pequeño y modesto municipio. Estos sueñan con amortizar su inversión, acosta de la repercusión turística que va teniendo Conil por año.

Hay también pequeños y medianos inversores, e incluso autónomos venidos de casi todos los rincones del mundo, para probar fortuna abriendo algún establecimiento comercial. Al mismo tiempo disfrutar de los encantos de nuestro pueblo.

Los visitantes más modestos sueñan jubilarse de sus trabajos para marchar hacia nuestra tierra e instalarse entre nosotros, en busca de su merecido descanso después de tantos años trabajados. Estos buscan el buen clima de sol, playa y la tranquilidad de vivir en un sitio libre de contaminación, alejado de las grandes ciudades y rodeado de mar, además de convivir en pura naturaleza.

Hay jóvenes que sueñan venir con nosotros a pasar la primavera y el periodo estival. Para ganarse unos euros y al mismo tiempo disfrutar de nuestras playas, y de la movida nocturna conileña.
La gran mayoría de las personas que nos visitan, sobre todo en verano, pasan todo el año ahorrando, mientras mantienen viva la ilusión y la esperanza de pisar nuestras playas. En éstas poder relajarse y decirle, adiós al estrés por un tiempo. Degustar nuestra gastronomía en las noches cálidas de verano, al compas de la brisa marina que nos viene embriagada del olor a mar. Difícil de encontrar este perfume salitroso en un clima de interior.

No hay mal que por bien no venga. Algunos de nuestros nuevos residentes, han decidido instarse en Conil por motivos de salud. Ya que algunos padecen enfermedades respiratorias, estos empeoran con el clima seco y frío de interior. Estas personas son aconsejadas por facultativos de medicina, para que busquen nueva residencia en un clima más templado y húmedo de costa. Hay que valorar y agradecer a estos enfermos, su apuesta saludable po Conil.

También hay personas utópicas, que admiran nuestra evolución sostenible de transformación de pueblo típico marinero rodeado de pinares y huertas, a pequeña ciudad turística rodeada de pinares, huertas, acantilados y parte del litoral protegidos medioambientalmente, para que se siga manteniendo semivirgen. Esta sostenibilidad hace que Conil sea hoy por hoy uno de los destinos turísticos más demandados nacional e internacionalmente.

Hay ciudadanos que nos visitan varias veces durante el año, para alimentar sus sueños conileños. Estos sueños utópicos, no son otros que los de extrapolar las políticas protectoras, de sostenibilidad y de participación ciudadanas hacia otras poblaciones. Llevando siempre por bandera la gestión municipal de Conil. Llevada esta a cabo con la colaboración de asociaciones vecinales, que son los instrumentos que tiene la ciudadanía para contribuir y luchar por las cosas de nuestra ciudad.

Algunos visitantes el destino los ha dejado como residentes en Conil, sin tener si quiera un mísero hogar donde poder calentarse en invierno o poder refrescarse en verano. Sin trabajo, sin recursos económicos. Sin tener la cercanía de familiares que le presten ayuda. Cada una de estas personas acarrea sobre sus espaldas una triste historia, que da lugar a un drama social. El sueño conileño de estos pobres visitantes no pasa por sol y playa, sino por sobrevivir a costa de la solidaridad conileña. La ilusión de todos los días para ellos, es ver caer unas pocas monedas en sus manos o algún alimento que llevarse a la boca. En la puerta de un supermercado con viento, frío o calor, esperan la caridad de los conileños.

Vaya este agradecimiento ciudadano para todas las personas y empresas, que un día atraídos por el sueño conileño invirtieron sus ilusiones en Conil. Gracias a sus presencias en nuestro municipio, pausadamente pasamos de ser un bello pueblo marinero, a una importante pequeña ciudad turística nacional e internacionalmente. Sin haber perdido nunca nuestro encanto popular y marinero.

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