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Eutopía

Amar orillando persecuciones

Hay muchas personas que para amar tenemos que ir salvando continuas piedras, superando injusticias y defendiendo a golpe de confianza todo envite violento

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Amar orillando persecuciones. Tomo prestado, y permitiéndome ligeras modificaciones de sexo-género, una estrofa de una de las obras maestras de Gabriel García Márquez, ‘El Amor en los tiempos del cólera’: “Lo más absurdo de la situación de ambas era que nunca parecieron tan felices en público como en aquellos años de infortunio. Pues en realidad fueron los años de sus victorias mayores sobre la hostilidad soterrada de un medio que no se resignaba a admitirlas como eran: distintas y novedosas, y por tanto transgresoras del orden tradicional”. No somos una minoría quienes reclamamos “ser” sin sufrir discriminación alguna, ya sea por identidad de género o por diversidad afectiva sexual. La violación de los derechos humanos y libertades fundamentales provoca un sufrimiento incalculable que adopta formas de conflictos bélicos, genocidios, exilios, importantes movimientos migratorios pidiendo auxilio, refugio o asilo. Chechenia se une a la ola del terror, del pensamiento ideológico que hostiga, denigra, tortura y asesina a seres humanos. Las últimas informaciones, filtradas, no reconocidas abiertamente por el gobierno, son la existencia de campos de concentración y cárceles específicas para erradicar y controlar cualquier manifestación de personas LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales). Las fobia, desentierran los complejos de inferioridad para mostrarlos tergiversados con una apariencia de superioridad muy letal. El anclaje axiológico nos muestra siglo tras siglo que, si bajamos la guardia, puede derrotar los pilares básicos de la convivencia y el respeto. Da igual que sea en nombre de un Dios (al que se le hace un flaco favor), un partido político, un posicionamiento sociocultural o una filosofía determinada. En ningún caso, nada justifica acorralar y exterminar a nadie, ya sea a nivel individual, grupal o comunitario. Es irracional… Chechenia no es un caso aislado, lo sabemos. Se une  a un número significativo de países que aplica, desde el escarnio público, el encarcelamiento, la vulneración de la integridad física, psicológica, social o laboral o incluso la pena de muerte. Nada nos debe ser ajeno. Y tenemos que reconocer que lo que observamos con miedo e inseguridad, también se da en nuestros espacios más cercanos. El cruel reflejo de Chechenia puede darse en diferentes escalas dentro de nuestra propia unidad convivencial… Familiares que prefieren asfixiar y encerrar en el “armario” a sus seres no-queridos, antes que “permitirles” que se muestren abiertamente con libertad. Aquellas amistades que dejan de serlo por el postureo acomplejado de no ser señaladas ni etiquetadas. Espacios laborales que acosan y segregan porque aborrecen la diferencia y todo lo que se salga de la estrecha línea de la heteronormatividad. Facciones que malversan la esencia de lo que debiera ser una religión o espiritualidad para someter a la tiranía de normas, dogmas o reglas inhumanas, más propias de la barbarie y del deterioro integral. Hay muchas personas que para amar tenemos que ir salvando continuas piedras, superando injusticias y defendiendo a golpe de confianza y esperanza todo envite violento que nos sitúa en las periferias, en la exclusión, la marginalidad o la supuesta desviación de lo “normal”. No importa… hay que continuar. Somos y seremos. Por más que nos nieguen, rechacen o maten física o socialmente. Yo misma digo “soy”, y para ello, he tenido y tengo que asumir las consecuencias de reclamar y defender mis derechos inherentes, mi propio destino personal, pero también mi común-unión con otras y otros… Soy y quiero ser libre, como tú… sin que nos deba separar ninguna etiqueta, sin concesiones ni culpas. Libre…

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