Años después, la nueva dirección de la CEA camina algo más ligera de equipaje, sin aristas en su perfil y con una demostrada capacidad de diálogo institucional
Javier González de Lara ha anunciado que se presentará a su reelección como presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Lo hace alentado por los suyos y con la intención de continuar “con el intenso proceso de modernización iniciado en la organización así como en la recuperación de su reputación y viabilidad económica”, según explica la propia patronal. Ahí es nada. De una tacada se avanza en los objetivos a alcanzar que no son otros más que sacar a dicha organización del agujero en el que se encontraba cuando este empresario malagueño asumió el relevo de manos del anterior presidente, Santiago Herrero a principios de 2014. En aquel momento, la CEA se encontraba en la peor de las situaciones posibles. Invalidada por sus deudas y desacreditada socialmente a cuenta de los líos en los que se metió por culpa de su anterior responsable. Años después, la nueva dirección de la CEA camina algo más ligera de equipaje, sin aristas en su perfil y con una demostrada capacidad de diálogo institucional fruto, desde luego, del extraordinario talante de su máximo dirigente, antes discreto y eficaz que personaje ávido de titulares amenazantes o proclive a negocios oscuros a la sombra de su organización.
El resultado es que en el seno de la CEA quieren que siga lo que, sin duda, es una buena noticia. La entidad gana en estabilidad ,lo cual le viene muy bien al entramado económicoandaluz al tiempo que se profundiza en su necesitada renovación. Otro aspecto menos conocido del mandato de González de Lara es la defensa de los intereses andaluces que ha realizado en el seno de la CEOE y de nuestro país al observar, cuanto menos, la tibieza de su presidente,Joan Rosell ante el desafío separatista catalán. En más de una ocasión ha discrepado abiertamente de la línea oficial seguida que resultaba ser escasamente beligerante con las veleidades secesionistas de Puigdemont y demás ralea.
Tampoco se quedan atrás en UGT y CCOO en Andalucía con nuevas direcciones encabezadas por las jóvenes ecijanas Carmen Castilla y Nuria López, respectivamente. Castilla se hizo cargo de un sindicato judicializado y ,prácticamente, intervenido por la Guardia Civil a raíz de las investigaciones abiertas por los cursos de Formación. Pasado el tiempo, la formación ugetista recobra el pulso, paulatinamente va ganando en los tribunales y encauza en la normalidad su labor en defensa de los trabajadores lo que se traduce en excelentes resultados en las distintas elecciones sindicales y en afiliación. En cuanto a CCOO, López sustituía a un Francisco Carbonero quien le entregó una organización sumamente fuerte y aún tocada por esas mismas investigaciones que luego han quedado en nada. Pero su nueva secretaria general ya ha tenido ocasión para demostrar sus cualidades como dirigente en favor de la negociación y el acuerdo todo ello sin perder un ápice el carácter reivindicativo que caracteriza a esta organización sindical. Es más, tambiénse ha tenido que emplear a fondo con los suyos en defensa de Andalucía tras la elección del vasco Unai Sordo como nuevo dirigente confederal. Y conviene no dejar atrás a José Luís Heredia quien ha sacado a CSIF Andalucía de la marginalidad institucional en la que se encontraba. En efecto, Andalucía está de enhorabuena con la nueva interlocución social existente.